domingo, 8 de abril de 2012

Regresando a Paradise: Dos

Lali

Siento como mis músculos se tensan de a poco, y el mordisco que me he hecho en la boca sabe a tierra. ¿Qué está haciendo Peter aquí? ¿Dónde ha estado estos últimos ocho meses? ¿Por qué no intentó contactarse conmigo, o al menos darme una señal de que estaba vivo? Tiene los mismos ojos azules, los rasgos bien definidos, y esos mismos músculos reflejados en su camisa. Es real, y está vivo, y camina hacia mí.

No puedo mirar hacia otro lado, aunque lo deseo desesperadamente. Él toma un respiro antes de hablar.

- Esto es un poco incómodo – su voz suena familiar pero diferente
- Sí
- ¿Cómo has estado?

No puedo responder esa pregunta; es muy falsa. Si se hubiera preocupado por mí, hubiese encontrado la forma de verme o hablarme. Me dejó antes de Navidad, de Año Nuevo, antes de San Valentín, de mi cumpleaños, de la fiesta de promoción y de la graduación. Antes de que me dieran la noticia que tendría la cojera por el resto de mi vida, sin esperanza de recuperación.

- ¿Qué estás haciendo aquí? – se encoge de hombros
- Me pregunté lo mismo esta mañana

Uno de los chicos que viene con nosotros, el de cabello largo que cae en su rostro, se tira un gas. Lo peor es que hace todo un espectáculo, riéndose como un niño.

- ¿Oye, te importa? Estamos aquí – dice Peter
- ¿Qué? – dice el chico – tenía que soltarlo
- Suéltalo cuando estés solo. No seas un maldito huevón
- ¿Quién eres tú, la policía? – el chico se acerca hacia Peter
- Tranquilos chicos – dice una voz fuerte, es un señor alto, flaco y de cabello castaño con ojos azules – Lali, ¿puedo hablar contigo un minuto? En privado – apunta hacia Peter – contigo también, Lanzani. Ahora

Sigo al señor, y Peter me sigue por detrás. Nos detenemos en una mesa. Se introduce como Nicolás Vásquez, el líder de este grupo.

- Obviamente, ustedes dos no pueden estar juntos en este viaje. Lali, no tenía ni idea que mi asistente te había puesto en reemplazo de Emilia
- Yo me retiro – dice Peter
- A la mierda con eso, Peter. No tienes otra oportunidad – dice Nicolás

Eso significa que Nicolás espera que yo me vaya. Si fuera la antigua Lali, la que tenía miedo de los conflictos, me hubiera ido sin chistar. Pero ahora soy más fuerte, y no me rindo ante nada. Incluso si se trata de Peter.

- No voy a retirarme – digo, mirando a Nicolás
- Lali, lo siento mucho, pero esto no va a funcionar con los dos juntos….
- No me voy – lo interrumpo

Nico se ve frustrado. La verdad es que, el estar con Peter va a ser todo un desafío, uno inmenso que jamás esperé. Pero he decidido que voy a probarme a mí misma y a él que yo he continuado con mi vida. No voy a permitir que el pasado dicte mi vida nunca más. Ahora ambos tenemos dieciocho años, ambos considerados adultos por la ley.

- Esta es una mala idea – dice Nico – realmente una mala idea
- ¿Puedo hablar a solas con Peter? – le pregunto
- Está bien – dice Nico mientras nos mira a ambos – tienen cinco minutos
- Han pasado ocho meses – digo cuando Nico se ha ido. Recuerdo lo mucho que lo he extrañado y escondo las lágrimas – te perdiste la graduación
- Me perdí un montón de cosas – dice, luego lentamente esconde sus manos en los bolsillos

Sé que probablemente me veo patética. Me siento patética. Pero estoy harta de sentir lástima por mí misma. Tengo que seguir adelante. Me he vuelto más fuerte cada día. Observo la camioneta blanca que se supone que nos llevará a un viaje de cuatro semanas. Vamos a compartir nuestras historias públicamente, esperando que otros no cometan los mismos errores. Me muerdo el labio ante la ironía. ¿Cómo vamos a lograr eso cuando la verdad del accidente sigue enterrada?

- Él dijo que no tienes otra alternativa más que ir a este viaje. ¿Por qué?
- Está bien, aquí está el trato – dice Peter, luego de suspirar e inclinarse en la mesa – sorpresa: me metí en problemas de nuevo. Es la cárcel o el programa. Tú tomas la decisión, Lali. Quieres que renuncie, lo haré. Asumiré las consecuencias.

Lo último que quiero es que Peter vaya de nuevo a la cárcel. Tengo miedo de preguntar sobre los detalles de cómo se metió en problemas, así que no lo hago. Si él me quiere contar, lo hará. Pero sé que no lo hará, porque no sabe cómo confiar en alguien, al menos de mí. Puede que haya formado parte de su vida en el pasado, pero ahora no lo hago. Soy una extraña para él, y él lo es para mí también.

- Sólo son cuatro semanas – le digo – creo que podemos arreglárnoslas
- Cuatro semanas prisioneros en una camioneta juntos, y luego no tendrás que volverme a ver

Cierro mis ojos cuando dice eso último. Él no debería volver a desaparecer. Su hermana lo necesita, y su madre sufre todos los días con su adicción a la droga.

- Después del viaje, deberías volver a Paradise
- Eso no sucederá, así que quita ese pensamiento de tu cabeza
- ¿Sabes qué pienso? – me pongo de pie y lo miro directamente a los ojos
- ¿Qué?
- Creo que al Peter duro y rígido le gusta tomar la vía más fácil – digo
- Mi vida es un montón de cosas, Lali, pero fácil no es una de ellas – dice, aclarando su garganta – y si crees que ahora mismo todo esto es fácil para mí, adivina… - su voz se quiebra
- Tal vez este es el destino dándonos otra oportunidad para decirnos adiós. Ya sabes, antes que cada uno se vaya por su lado
- Eso debe de ser – dice, sarcásticamente - ¿Así que no te importa que vayamos juntos en este viaje?
- Estoy bien con ello mientras tú lo estés – pero no lo miro a los ojos

En la camioneta, las dos chicas que conocí esta mañana están sentadas en el asiento de adelante. La chica llamada Paula, tiene un arete en la nariz, labio y tatuajes en todo su brazo. Está leyendo un libro contra la ventana. La otra chica, Euge, tiene cabello largo y rubio; está usando maquillaje en sus ojos y lápiz labial rosado.

Yo, me siento junto a Benjamín, en el asiento del medio. Conozco a Benja de la terapia física, desde que sus citas son después de las mías todos los miércoles por la noche. Benja perdió tres cuartos de su brazo izquierdo, y su brazo derecho tiene cicatrices, pero exactamente no sé qué pasó. Estoy segura que lo sabré cuando compartamos nuestras historias.

- No sabía que estarías aquí – me dice él
- Fue algo de último minuto – le cuento

Mi pulso se acelera cuando Peter se sienta detrás de nosotros. No es una buena señal que esté completamente atenta a él todo el tiempo. Probablemente estas cuatro semanas sean más tortura que mi terapia física después del accidente.

Cuando Peter me abandonó, no dejé de pensar ni un minuto en él. En las semanas y meses después que se fue, rezaba para que él regrese. Solía dejar prendida la luz del velador por las noches, así si el regresaba, vería una señal de que yo estaba esperándolo. Pero él nunca volvió. Al final, me di cuenta que dependía mucho de él.

Nicolás no tarda mucho en ingresar a la camioneta, nos explica en qué consiste el programa y lo que haremos en los próximos días, antes de decir que nos introduzcamos a los demás. El chico que falta es Leandro, aquel que le gusta tirarse gases. Cuando todos hemos terminado de introducirnos y estamos completos, Nicolás da la orden al chofer para avanzar.

- Oye Benjamín – dice Peter de pronto
- ¿Sí?
- Cambia de asiento conmigo

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