martes, 17 de abril de 2012

Regresando a Paradise: Trece

Peter

Estoy recostado en la cama, mirando hacia el techo. Leo y Benja están dormidos. No he hablado o escuchado a Lali desde que ambos nos encerramos en nuestras habitaciones hace unas horas. Le dije que aún la quería; admití que nunca dejé de desearla. Y ella empezó a hablar de amor. Maldito amor. Y sobre la honestidad. El amor no se trata de la honestidad, se trata de proteger a las personas que amas de las cosas que pueden dolerle. Eso es amor.

Mierda. Le dije a Lali que aún la quería y que deberíamos tener sexo por ello. Estúpido, lo sé. No quise decirlo de pronto, pero así sucedió. Tal vez fue la cerveza. Sí, eso. Aún estoy mareado, pero siempre supe lo que hacía y eso no me hace menos estúpido.

Durante la siguiente semana, Lali prácticamente me ignora. Viajamos cada día a los eventos que Nico organiza, dónde él nos presenta y nos hace compartir nuestras historias. La mía es corta: “Manejé borracho y atropellé a una chica. Fui a la cárcel por ello. Prácticamente fui botado de mi casa y perdí a mi enamorada. Me suspendieron la licencia por tres años y ahora casi vivo en la calle. Así que….no tomen ni manejen”

Sí, esa es mi historia. Pero, uno de esos días, cuando estamos en un colegio, un chico hace una pregunta que no sé muy bien cómo responder.

- Esta pregunta es para el chico de la camisa azul – dice. Soy yo, y Paula me pasa el micrófono
- ¿Cuál es tu pregunta?
- ¿Por qué tus padres te botaron de casa?

Mierda, ¿realmente tengo que responder eso? Mi hermana se rehusó a decir la verdad sobre el accidente, mi madre es adicta a las drogas y mi padre está en completa negación de todo lo que sucede.

- Esa es una buena pregunta – digo, sin saber qué contestarle – mis padres tenían vergüenza de tener a un ex convicto en casa. Además, no estaban de acuerdo que estuviera saliendo con la chica que atropellé
- ¿Por qué hiciste eso? – pregunta el chico – digo, ¿por qué empezaste a salir con la chica que atropellaste? ¿Acaso no era una mala idea?
- Sí, fue una mala idea. Una de las ideas más estúpidas. ¿Otra pregunta?

Durante el regreso a la universidad, Lali ni siquiera mira  en mi dirección. Se sienta al costado de Benja y conversa con él sobre tenis. Cuando estamos de regreso a la residencia, ella se dirige directamente hacia su cuarto. Nico también. Cuando cierra su puerta y el resto del grupo está en la sala común, aprovecho para entrar al cuarto de Lali.

- ¿Cuál es tu problema? – pregunto suavemente, para que el resto del grupo no nos escuche
- No quiero hablar sobre ello – dice, luego empieza a alejarse de mí

Sostengo su cintura y la muevo gentilmente, incitándola a que me mire a la cara.

- Saca tu mano de encima – dice Benja, detrás de mí

Observo al chico que obviamente quiere que Lali sea más que una amiga.

- ¿Quién eres tú, su guardaespaldas?
- Tal vez – Benja se interpone entre Lali y yo
- No te metas en medio de esto – digo

Estoy completamente tenso porque, una vez yo fui el protector de Lali contra el imbécil de Jaime, y ahora Benja intenta que ahora sea yo el idiota de Jaime.

- Obviamente ella no quiere hablar contigo

Cuando miro a Lali, ella está apuntando hacia la puerta, diciéndome que me vaya.

- Terminé –le digo

En la mañana siguiente, Nico nos anuncia que haremos una actividad diferente. Esa mañana, las chicas parecen estar de lado de Lali, porque me ignoran; incluso durante el desayuno, ellas traen comida para Benja y para Leo, pero no para mí. Genial, ahora Benja y Lali empiezan a sonreírse y a hablar todo el rato, las chicas me odian y Leo es el único con el que puedo hablar – lo que se puede, porque nunca tiene tema de conversación.

Cuando llegamos, nos encontramos en un campamento dónde realizan ejercicios para generan confianza entre todos y ser capaces de pedir ayuda; al menos eso es lo que nos dijo Nico. Maldita sea, no tengo ganas de hacer nada. Un señor llamado Darío se nos presenta como el encargado de las actividades.

- Ustedes deben de ser el grupo de Re-empezar – dice y saluda a Nico

Lo primero que nos hace hacer Darío es ponernos en un círculo debajo de unos árboles. Nos dice que digamos una palabra que nos describa.

- Lealtad – dice Benja
- Gracioso – dice Leo
- Triste – dice Paula
- Enojada – dice Euge
- Confundida – dice Lali

Cuando Lali habla, me mira directamente. ¿Está confundida acerca de nosotros? Eso es noticia para mí. Ella siempre me calla la boca cuando nos acercamos; y no se ve para nada confundida.

- Hecho mierda – digo cuando es mi turno
- Eso no cuenta – dice Leo – Darío dijo una palabra que te describa. Esas son dos
- Y, cállate antes que te patee el trasero son siete palabras – digo, con tono de advertencia
- Sin amenazar a tus compañeros, Peter – dice Darío - discúlpate – ordena
- Vamos, Peter – me dice Nico cuando me ve con cara de no hay forma que me disculpe – hazlo, así podemos continuar
- Sí – dice Euge – no seas un idiota
- Sólo hazlo – dice Lali
- No – digo
- Quiero que ustedes dos se abracen entonces – dice Darío
- ¿Estás bromeando, verdad?
- No. Creo que deberías abrazar a Leo
- Sí claro. No lo creo – digo

Leo abre sus brazos y me sonríe.

- Ven con papá
- Peter – Nico me urge – inténtalo
- Prefiero abrazar a una de las chicas, Nico. O a Benja, en todo caso

Parece que a nadie le importa escuchar la lista de cosas que haría en lugar de abrazar a Leo. Él se acerca y yo me salgo del círculo.

- No se trata del abrazo – dice Darío – es sobre tu carácter. Hacer algo que no quieres para complacer a otros es un acto de gentileza – río
- Escucha, Darío, estoy siendo algo gentil al advertirle a Leo que le patearé su trasero. Dame algún crédito. Mierda, he estado parando con unos chicos de Chicago que pensaban que la gentileza era preguntarle a alguien qué pierna prefería que le corten antes que te desangren y te lancen a los perros
- ¿Quieres ser parte de este grupo o no? – pregunta Darío, ignorando mi comentario
- No
- No tiene opción – dice Nico – es parte de este grupo le guste o no. ¿Verdad, Peter?
- Claro – digo, rindiéndome

Regreso al círculo.

- Podemos abrazarnos después – dice Leo
- Ni lo pienses – digo, negando con la cabeza

Realizamos dos juegos. Uno en el que estamos en grupos de tres y tenemos que resolver un rompecabezas. Y, el otro, dónde tenemos que caminar por un laberinto, todos atados a una cuerda. Lali no me mira para nada. Después del almuerzo, Darío nos moviliza hacia el bosque, detrás de la oficina principal donde se encuentra un árbol con una cuerda y al final una plataforma.

- Este es un ejercicio de confianza – explica – los pondré en parejas. Cada uno de ustedes le dará la espalda a su compañero mientras esté de pie en la plataforma, luego caerán en los brazos de su compañero
Empareja a Leo con Euge, Benja con Paula, y a mí con Lali.
- No te deprimas – le digo a Lali cuando estamos frente a frente
- No lo estoy. ¿Acaso no escuchaste que es un trabajo de confianza?
- Sí, ¿y?
- Olvídalo
- Leo va a caer encima de mí! No lo voy a poder sostener – chilla Euge
- Todos van a poder hacer esto, se los aseguro. Cada uno estará amarrado a la cuerda, lo que reducirá el peso. Leo y Euge ustedes van primero
- No – dice Euge - ¿Y, sí me deja caer?
- No lo hará
- ¿Cómo estás tan seguro?
- Porque todo el grupo confía en él, y él no nos defraudará. Ahora ponte de pie en la plataforma y amárrate la cuerda en tu cintura. Demuéstrale a Euge lo fácil que es

Leo hace lo que Darío le dice. Con la cuerda soportando su peso, Euge no tiene problemas al sostenerlo. Cambian de lugares y Euge es atrapada por Leo.

- Muy bien – dice Darío – Peter y Lali, ustedes siguen

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