miércoles, 18 de abril de 2012

Regresando a Paradise: Dieciséis

Lali

No puedo dejar que Peter se vaya. No ahora. No hasta que lo convenza de regresar a casa y hacer las cosas bien. Si lo dejo ir, puede que no lo vuelva a ver. Él desapareció sin dejar rastro hace ocho meses atrás y no dejaré que vuelva a suceder. No cuando él ha dicho la verdad y ya no hay más mentiras entre nosotros.

- No tienes alternativa – le digo
- No me molestes más de lo que ya estoy

Camina por la vereda, lejos del campus. Lo sigo. Si empieza a correr, no hay formar que mantenga su ritmo.

- No quise molestarte – digo
- ¿Sólo arruinarme la vida?
- No te arruiné la vida, Peter. Tú has logrado eso solito
- Hazme un favor. Si tienes la intención de jugar conmigo, mejor no lo hagas
- Eres un imbécil
- Exacto – se detiene y me mira – ¿Sabes qué me hiciste hoy día? Me hiciste dar información que prometí llevar a la tumba. Me siento como mierda
- Si te hace sentir mejor, yo también me siento igual. No quiero que estés enojado o molesto, Peter
- Si quieres que sea feliz, regresa a tu habitación

Creo que realmente espera que deje de seguirlo. Pero no lo haré, no puedo. Durante diez minutos, lo sigo en silencio. Sus pasos son lo suficientemente lentos como para seguirlo.

- ¿Cuál es el plan? – pregunto, cuando llegamos al centro del pueblo – espero que tengas uno
- No lo tengo – se le ve derrotado
- Al menos estamos en esto juntos – digo, en un débil intento de reanimarlo
- Entonces, déjame sostener tu mochila

Caminos a través de una residencia privada. Cada cinco minutos, cuando Peter visualiza una gran roca o banca, me ordena que me sienta y recueste mi pierna.

- Deberíamos detenernos aquí – dice, cuando llegamos a un parque

En el medio del parque hay un pequeño castillo de madera para niños, además de otros juegos como columpios. Peter me lleva hacia el castillo; nos tenemos que agachar para poder entrar por la pequeña puerta. Es difícil pero él rodea mi espalda y me ayuda a ingresar. Peter se sienta en la esquina y saca una casaca de su mochila y la coloca en el suelo, a su lado.

- Siéntate a mi lado – dice – puedes usar mi pierna como almohada

Estoy contenta de habernos detenido. No tengo idea de qué hora es, pero el sol aún no ha salido y estoy cansada. Observo un tubo de plástico azul sobresaliendo de su mochila.

- ¿Qué es eso? – pregunto, apuntando hacia ella
- Es mi espada de Star Wars
- Me acuerdo que la usabas para perseguirme a mí y a Rochi por toda tu casa
- Aquellos eran los buenos días

Nos quedamos en silencio unos segundos, hasta que me recuesto en su pierna, intentando estar lo más cómoda posible.

- ¿No crees que sería divertido si esto fuera un verdadero castillo?
- Sólo si yo fuera el rey – mira hacia el cielo – pero prefiero un castillo con techo
- Podemos pretender, ¿verdad?
- Sí, podemos pretender
- ¿Piensas en Julia?
- Ella era una mujer grandiosa. Amaba la mirada que ponías cuando te ordenaba ponerte ese vestido con flores
- Era un vestido hawaiano
- Era horrible como el pecado
- Lo sé. Pienso en ella todos los días. Si no fuese por ella….
- Si no fuese por ella, probablemente no estarías aquí recostada en un castillo de madera con un ex convicto. Estarías en una cama caliente en tu habitación
- Me gusta más estar contigo – él sacude su cabeza
- ¿Estás loca, sabías?
- Sí – pone su brazo a mí alrededor
- Anda a dormir. Sé que estás cansada
- ¿Qué hay de ti?
- Mi mente está muy acelerada y no podré dormir esta noche, así que tú deberías hacerlo

Me recuesto por completo en su pierna y me olvido de por qué y cómo es que estamos en esta situación. Me sigo diciendo a mí misma que todo estará bien. Al final, me aseguraré que Peter se reúna con su familia en Paradise. Tengo que hacerlo.

- ¿Aún sigues molesto conmigo? – pregunto
- Definitivamente
- ¿Qué puedo hacer para que estés menos enojado?
- Alejarte de mí Lali
- ¿Eso es lo que realmente quieres? – pregunto
- No me hagas responder esa pregunta – dice, riendo
- ¿Por qué no?
- Lali, tengo que decirte algo
- ¿Qué?
- Estar contigo nunca fue un error – ríe apenas – mierda, estar contigo me mantuvo sano mientras estuve en casa. Tú y Julia hicieron que mi estadía en Paradise valga la pena

Me inclino apenas y acaricio su mejilla.

- Gracias Peter. Necesitaba escuchar eso. Sé que no soy la ideal, y nunca seré normal…
- Lali, jamás vuelvas a decir eso. ¿Está bien?
- Pero..
- Nada de peros. Estás aquí conmigo, y yo no merezco tu tiempo. Te mentí, te rechacé y te dejé. El que estés aquí va más allá de mi comprensión
- Tú sabes por qué estoy aquí – le digo – creo que en ti
- Lo sé – sin decir otra palabra, enreda sus brazos a mí alrededor y me estrecha – lo siento por haberte mentido – susurra
- Sé que lo sientes

Sintiéndome segura con los brazos de Peter a mí alrededor, me relajo y caigo en el sueño. Peter acaricia mi cabello y lo quita de mi rostro. Lo último que recuerdo es él trazando formas variadas en mi brazo, pierna y espalda. Se siente tan bien que me rindo completamente a Morfeo. Él no ha cambiado, es el mismo chico del que me enamoré en Paradise.

Te amo.

Las palabras se quedan en la punta de la lengua, y siento mis labios soñar con decir las sílabas, pero ningún sonido sale de mi boca.

En la mañana, me despierto y lo encuentro observándome.

- Buenos días – digo, mientras me estiro - ¿ya tenemos un plan?
- Sí, tengo un plan – dice – pero no te va a gustar

1 comentario: