lunes, 23 de abril de 2012

Regresando a Paradise: Diecisiete

Peter

Lali se sienta y se muerde el labio inferior. Tiene pedazos de madera en su cabello.

- ¿No crees que deberíamos discutir el plan juntos?
- No - digo
- ¿Por qué no?
- Porque no estás siendo racional
- Me vas a disculpar, pero yo sí dormí esta noche, tú no. Así que yo soy la racional aquí y ambos discutiremos esto juntos

Me pongo de pie y le alcanzo la mano

- Nunca has sido racional. Tú fuiste la que corrió hacia mí en medio de la noche con una mochila llena de cosas

Toma mi mano y deja que la ayude a levantarse. Cruza sus brazos en su pecho y alza su nariz al aire. No hay espacio en este castillo, así que nuestros corpas se chocan.

- Eso no fue irracional. Irme contigo fue un riesgo calculado
- ¿Calculado? – pregunto
- Olvídalo

Salimos del castillo. Es temprano pero ya hay niños con sus mamás jugando en los juegos. Nos miran interrogativos, y las madres, pensando mal.

- ¿Entonces cuál ese plan que no me va a gustar?
- Te digo después – digo
- Sólo estás retrasando lo inevitable
- Lo sé. Soy bueno con eso

Sé que a Lali le duele la pierna por la forma en que camina. Dios, desearía ser yo el que tiene la cojera. Apesta saber que ella siempre tendrá esa discapacidad. Enojo por lo que mi hermana le hizo a Lali recorre mi cuerpo.

- ¿Necesitas sentarte? – pregunto
- Estoy bien. Caminar usualmente ayuda a mi pierna

Tomo su mochila y la cuelgo en mi hombro. Sacudo mi cabeza mientras la veo aguantarse el dolor. Se detiene y coloca su mano en su cadera.

- No mires así
- ¿Cómo?
- Como si te culparas. Ambos sabemos….bueno, ahora todos en Re Empezar saben que no es tu culpa aunque has estado pagando el precio por casi dos años. Solo llévame hacia el lugar más cercano que pueda ir al baño y tomar desayuno. Me muero de hambre. Tengo doscientos dólares para gastar antes de mendigar.
- Tú no vas a mendigar por dinero. Nunca. ¿Estamos? Tengo cerca de 20 dólares. Después de eso, veré que hacemos.
- Estaba bromeando – dice, sorprendiéndome con una sonrisa – no voy a mendigar para nada
- Lo siento – digo

Lo siento por haber reaccionado, por haberla puesto en esta situación. Lo siento por cada maldita cosa.

Caminamos un par de cuadras hasta que llegamos a un restaurante, que vende comida barata y tiene un baño – cosa que necesitamos. Al tiempo que me siento en una de las mesas y Lali va al baño, me pongo a pensar en cómo es que voy a contarle mi plan. Cuando ella regresa, ya no tiene más su cola de caballo. Ya no se ve más como si hubiese dormido en una cama llena de pedacitos de madera. Se sienta al frente de mí. Estiro mi mano y tomo las suyas entre las mías.

- Lali…. – siento un nudo en la garganta

No quiero decirlo, maldita sea, pero tengo que hacerlo.

- Voy a llevarte de vuelta – abre sus ojos sorprendida, y la boca también pero antes que proteste yo hablo - ¿Sabes lo que me pasa cada vez que veo cojear con dolor?

Retira sus manos de las mías y las recuesta en sus piernas.

- Estoy bien
- Deja de pretender. Pensé que dejaríamos de mentirnos
- Está bien, estoy mintiendo – dice, después de morderse el labio inferior – pero no me importa si tengo una pequeña incomodidad o dolor – hay un silencio y sé que quiere decir algo, pero duda - ¿Alguna vez le has dicho a una chica que la amas? No a tu mamá, a alguien como …
- Belén
- Sí

Es una pregunta interesante. Belén me dijo en nuestra primera cita que estaba enamorada de mí. No nos tomó mucho tiempo hasta ser pareja y besarnos…y no mucho después vino el sexo. Ella lanzó la palabra “amor” como si fuera agua. No creo que la haya escuchado desde que fui arrestado. Yo sí le dije a Belén que la amaba, pero no estoy seguro qué significaba en ese entonces.

- ¿Por qué quieres saber? – se encoge de hombros
- Porque sí. Nunca lo has dicho…

No termina la oración, pero sé lo que quiso decir. No quiero ir ahí. No ahora…pero después de todo lo que ha hecho por mí, no puedo evadir el tema. Ella se merece mucho más que eso.

- No se lo he dicho a nadie, por eso es que vas a regresar a Re Empezar. No puedo dejar que vengas conmigo. No es seguro y no mereces esto. Te vas a ir a España, como siempre has querido. Si digo lo que empieza con la letra “A”, cambiaría todo. Te conozco, Lali. Te sentirás obligada a quedarte aquí y malograrías tus planes. Me sentiría como una mierda si cambias tu vida por mí…no vale la pena

La mesera trae los huevos y la tostada que ordenamos, luego desaparece tan rápido como apareció. Lali sonríe al tiempo que coge su tenedor.

- Entonces ven a España conmigo. Estoy registrada para ser una estudiante de intercambio durante mi primer año. Sólo son nueve meses
- Sabes que no puedo. ¿Qué voy a hacer ahí, sentarme y ver como estudias? Ni siquiera me he graduado del colegio y casi ni sé español

Suena una campana por la puerta y hace que me voltee a ver quién está ingresando. Un señor alto, flaco, rubio y de ojos claros camina hacia nosotros. Nicolás. Me atraparon.

- No lo hiciste – le digo a Lali al tiempo que sacudo la cabeza
- Lo hice – alza su teléfono – sospeché que te escaparías y te desasearías de mí
No puedo creerlo.

- Me vendiste. ¿Qué pasó con tu idea de tomar las decisiones juntos?
- No estabas siendo racional, Peter – me dice en un tono calmo, como si le estuviese hablando a un niño o a una persona loca
- ¿Cómo están mis dos alumnitos? – dice Nico al tiempo que mira mi comida a mitad de comer – vamos Peter, come. Necesitas tener energías para el día agitado que nos espera

No toco mi plato ni miro a Nico. Sólo a Lali.

- Me regresarías a la residencia y me dejarías de nuevo – dice ella – no podía dejar que te vayas
- ¿Así que mejor es tenerme encerrado, verdad?
- Eso no es lo que quise decir. Simplemente no puedes escaparte de la gente que se preocupa por ti
- Si te importara – digo, enojado – mi consejero no estaría aquí

Observo hacia otro lado. ¿Por qué Lali no puede entender mi situación? ¿Acaso no entiende que perdí todo el honor que tenía al decir que no fui yo el que la atropellé? Mierda. Necesito alejarme de la verdad, lejos del pasado. Necesito empezar de nuevo.

- Bueno chicos. Digamos todo aquí, en la mesa – dice Nico - ¿Quién estaba conduciendo el auto que atropelló a Lali? – Nico saca su teléfono del bolsillo y lo sitúa en medio de la mesa – si ninguno de ustedes habla, tendré que llamar a la oficina. Podemos manejar esto a mi manera o a la suya. ¿Cuál escogen?

No hay comentarios:

Publicar un comentario