lunes, 14 de mayo de 2012

El Designio del Ángel: Cuatro

Sobreviví a la peste negra (parte 2)

- Guau! – dice Cande, cuando Thiago se ha ido – un intento de coqueteo impresionante
- Creo que estaba inspirada – digo, aturdida
- Bueno, no creo que haya muchas chicas por aquí a las que Thiago no inspire – dice y todas ríen
- El primer año fantaseaba con que me invitara al baile y me eligieran reina – suspira una de ellas – ya lo he superado
 -Yo apuesto a que Thiago es el rey en el baile de este año – dice Cande – pero Luna es la reina, así que anda con cuidado
- ¿Tan mala es? – Cande ríe
- Ella y yo fuimos buenas amigas en primaria, pero cuando empezamos la secundaria fue como… - mueve la cabeza con tristeza – es una niña mimada, pero cuando llegas a conocerla es divertida. Puede ser un encanto; pero es mejor que no le caigas mal

Miro alrededor de la cafetería. Veo a la chica de pelo negro de la clase de Literatura, Ángela Zerbino. Está sentada sola, el almuerzo sin tocar, leyendo un libro grueso. Levanta la vista, asiente con un ligero movimiento de cabeza como si quisiera saludarme. Me quedo mirándola por un instante, y aparto la vista.

- ¿Y, qué hay de ella? – le pregunto a Cande, señalando a Ángela con la cabeza
- ¿Ángela? No es una marginada social ni nada por el estilo. Es sólo que prefiere estar sola. Siempre ha sido así
- Parece buena persona – Cande asiente
- Lo es. Mi hermano estuvo enamorado de ella durante un tiempo
- ¿Tienes un hermano? – bufa
- Sí. Es mi hermano gemelo. Y además es un pesado
- Sé de lo que hablas – miro a Stefano que está en su círculo de nuevas amistades
- Hablando del rey de Roma – dice Cande mientras coge la manga de un chico que pasa al lado de la mesa
- Ey – protesta él - ¿qué sucede?
- Nada. Le estaba hablando a la chica nueva del guapo de mi hermano y justo te vi – ella sonríe de oreja a oreja, de las que expresan que estás siendo sarcástica
- Aquí estoy. Peter Lanzani

Su hermano se le parece casi en todo: los mismos ojos grises, el mismo bronceado, el mismo color de pelo, excepto que él lleva el pelo rapado. Viste una camiseta gris de manga corta, un jean y botas de vaquero. También es guapo, pero de un estilo completamente distinto al de Thiago.

- Ella es Mar – dice Cande
- ¿Eres la chica que casi me choca por detrás esta mañana? – me pregunta
- Lo siento – me ruborizo
- De California, ¿verdad? – la palabra suena como un insulto
- Peter – le advierte Cande
- Bueno, no creo que un golpecito le hubiera hecho mucho más daño a tu camioneta – digo – al fin y al cabo la parte trasera está que se cae de oxidado – Cande abre los ojos, sorprendida
- Esta camioneta probablemente tendrá que remolcarte cuando quedes debajo de una avalancha de nieve en la próxima tormenta
- Peter! – exclama Cande - ¿no tenías algo que hacer?

Estoy ocupada pensando en una respuesta relacionada con la increíble cantidad de dinero que me ahorraré este año conduciendo mi auto, a diferencia de lo que él gastará con esa camioneta que gasta muchísimo, pero la frase no acaba de cobrar forma.

- Eras tú la que querías hablar – le dice a Cande
- Porque no sabía que ibas a ser tan tonto
- Estupendo – me sonríe satisfecho – encantado, zanahoria – dice con la mirada clavada en mi pelo – perdona, Mar – me sonrojo una vez más
- Lo mismo digo, oxidado – respondo, pero ya se ha ido

Genial. Llevo en el colegio menos de cinco horas y ya me he ganado dos enemigos por el simple hecho de existir.

- Te dije que era un pesado – me recuerda Cande
- Creo que te has quedado corta – le contesto y reímos

Al llegar a casa vemos a mamá que nos está esperando en la puerta.

- Cuéntamelo todo – me ordena – quiero saber hasta el último detalle. ¿Va al mismo instituto? ¿Lo has visto?
- Sí, y tanto que lo ha visto – empieza Stefano – que se desmayó en medio del pasillo. Todo el colegio hablaba de eso – me encojo de hombros – te dije que se iba a desmayar
- Eres un genio, hijo

Mamá hace un movimiento para despeinarlo, pero antes de que su mano pueda alcanzarlo, él la esquiva.

- Lenta mamá, estás lenta
- En la cocina te he dejado papas fritas y kétchup – le informa y este va corriendo - ¿qué pasó? – se dirige ahora hacia mí
- Lo que Stefano te ha contado. Me desplomé delante de todo el mundo
- Lo siento – me consuela
- Cuando me desperté había una chica que me ayudó. Pensaba que podía ser una amiga. Y luego… - me atraganto – él regresó con la enfermera y me llevó en  brazos – mamá se queda con la boca abierta
- ¿Te llevó en brazos?
- Sí, como a una patética dama en apuros – mamá ríe y yo suspiro
- ¿Ya le dijiste a mamá cómo se llama? – pregunta Stefano desde la cocina
- ¿Te quieres callar? – le grito
- Se llama Thiago – continúa mi hermano - ¿puedes creerlo? Hemos hecho todo este viaje para que Mar salve a un chico que se llama Thiago
- Ahora ya sabes su nombre – dice mi madre, dulcemente
- Sí. Sé su nombre
- Y, todo está en marcha. Las piezas comienzan a unirse – se pone seria - ¿estás preparada?
- Creo que si – digo

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