lunes, 21 de mayo de 2012

El Designio del Ángel: Quince

Cierra la boca y baila (parte uno)

El lunes todo vuelve a la normalidad; sigo yendo al colegio, asistiendo a las mismas clases aburridas, y babeo por Thiago, logrando que de pronto lo del Alas Negras parezca un mal sueño. Sin embargo, decido que debo tomarme en serio el asunto del designio: soy un ángel de sangre y tengo una misión que cumplir. Tengo que dejar de lloriquear y de hacerme tantas preguntas. Tengo que actuar.

Así que el miércoles después de clase, me acerco al casillero de Thiago. Le toco el hombro y él se da la vuelta, clavándome esa mirada de ojos verdes. Parece que no tiene ganas de hablar.

- Ey, Mar – dice - ¿puedo ayudarte en algo?
- He pensado que quizá yo pueda ayudarte. La última semana no viniste a clase
- Mi tío me llevó de campamento
- ¿Quieres que te deje mis apuntes de Historia Británica?
- Claro, gracias - dice

Sin duda no es el mismo de siempre: no hace chistes, no se muestra seguro de sí mismo, no se balancea sutilmente al caminar. Hasta tiene ojeras. Le doy mi cuaderno y justo cuando lo coge, pasa un grupo de chicas, amigas de Luna. Le lanzan miradas asesinas y él se pone tieso.

- Lo olvidarán – le digo – ahora no paran de hablar de ti, pero espera una semana más. Todo volverá a la normalidad
- ¿Tú crees? ¿Cómo puedes estar tan segura?
- Bueno…soy el centro de atención. Parece que, desde que he llegado, cada semana corre un rumor sobre mí. Supongo que es el precio por ser la chica nueva.
- Los rumores sobre mí no son ciertos – dice Thiago – yo terminé con Luna, ésa es la verdad y no otra
- Bueno. Sé por experiencia que los rumores por lo general no son…
- Creía que era lo mejor. No soy lo que ella necesita, y me pareció lo mejor hacerlo de esa manera
- La verdad es que no es asunto mío – digo
- No sabía que todo iba a acabar así

Estamos en el pasillo mientras los demás estudiantes van y vienen en manada. Del techo, cuelga un cartel del baile de graduación. El sábado, desde las siete hasta la medianoche.

- ¿Quieres ir conmigo al baile? – suelto, de frente
- ¿Qué?
- No tengo pareja, y tú tampoco, así que deberíamos ir juntos

Se me queda mirando; estoy a punto de desmayarme, mi corazón late desaforado. Trato de parecer tranquila.

- ¿Nadie te lo ha propuesto? – me pregunta
- No – se le iluminan los ojos
- Claro. ¿por qué no? Una cita con la reina Isabel – sonríe y me contagia
- Al parecer es el sábado, desde las siete hasta la medianoche – señalo el cartel y él sigue la mirada
- Ni siquiera sé por dónde tengo que pasar a recogerte – dice

Le doy mi dirección y le explico cómo llegar, hablando atolondradamente. Me interrumpe con una carcajada. Sacude la cabeza y mete la mano en su casillero para sacar un lapicero. Luego me coge la muñeca y siento un calor eléctrico que recorre todo mi cuerpo.

- Envíame un correo con tu dirección – dice, abriendo mi mano y escribiendo su correo en mi palma
- Está bien

Thiago guarda el lapicero y se cuelga la mochila al hombro.

- ¿A las siete?
- Está bien – vuelvo a decir, aún aturdida
- Bueno, tengo que irme – dice, sacándome de mi ensueño

Sonríe de lado y de pronto vuelve a ser él, olvidando lo de Luna por un momento.

- Te veo el sábado – dice
- Nos vemos

Voy a ir al baile de graduación con Thiago Bedoya. Soy un genio.

Mamá está llorando otra vez. Estoy delante del espejo gigante de su habitación, cuando faltan pocos minutos para las siete.

- Mamá – digo con impotencia
- Es que me siento tan feliz por ti – dice, avergonzada
- Bueno. Feliz. Controla la emoción, ¿está bien? Que debe de estar por llegar – sonríe
- La camioneta está en la puerta – grita Stefano desde el primer piso
- Quédate aquí – dice mi madre, secándose las lágrimas – para él será mejor tener que esperar

Me acerco a la ventana y algo oculta veo a Thiago parar delante de la casa y estacionar. Me miro una vez más al espejo. He dejado que el pelo caiga ondulado por mi espalda y tengo un aire griego, que es el tema de la fiesta.

- Ahí viene – dice mi madre cuando aparezco en lo alto de la escalera

Thiago y mi madre me miran desde abajo. Sonrío y empiezo a bajar las escaleras con cuidado.

- Guau! – dice Thiago, cuando me sitúo delante de él – una preciosidad

Él está vestido con un esmoquin negro con chaleco plateado y corbata, además de una camisa blanca con gemelos. Está para comérselo. Ni siquiera mamá puede quitarle los ojos de encima.

- Estás muy guapo – le digo
- Thiago me estaba contando que vive cerca de aquí – dice mi madre - ¿dijiste a unos cuatro kilómetros hacia el este?
- Más o menos – responde Thiago sin dejar de mirarme – en línea recta
- ¿Tienes hermanos o hermanas? – pregunta mi madre
- No, soy hijo único
- Deberíamos ir yendo – digo, con miedo a que mi madre lo espante
- Hacen una pareja preciosa – dice ella - ¿puedo tomarles una foto?
- Claro – dice Thiago

Mi madre corre a su habitación para traer su cámara. Thiago y yo la esperamos en silencio. Sonrío.

- Gracias por ser tan paciente. Ya sabes cómo se ponen las mamás

No responde. Mamá regresa con la cámara y me hace posar contra la puerta blanca para sacarnos una foto. Thiago me pasa el brazo por detrás, su mano apenas posada en la mitad de mi espalda, y no puedo explicar por qué, pero me hace sentir débil y fuerte al mismo tiempo. Es como si mi cuerpo reconociera al suyo. No sé qué significa, pero me siento a gusto.

- Ah, se me olvidaba – digo después de la foto – tengo una flor para que lleves en tu camisa

Voy corriendo a la cocina y la saco de la refrigeradora.

- Aquí está – digo, al regresar

Me acerco para enganchársela, una rosa blanca sencilla con algunas hojas, y enseguida me clavo el alfiler en el dedo.

- Ay – dice, estremeciéndose, como si el alfiler se hubiera clavado en su dedo

Thiago toma mi mano y la examina. Se me corta la respiración; debería ir acostumbrándome.

- ¿Crees que sobrevivirás? – pregunta, mirándome a los ojos
- Creo que sí. Ya ni siquiera sangra
- Intentémoslo otra vez – digo

Esta vez, nuestros alientos se mezclan mientras le coloco con cuidado la flor. Es la misma sensación que tuve cuando estábamos tumbados sobre la pista de esquí, a un paso de distancia. Como si pudiera inclinarme y besarlo, incluso delante de mi madre. Doy un paso atrás, con el pensamiento de que esta noche las cosas pueden salir muy bien o muy mal.

- Gracias – dice – yo también tengo una para ti, pero está en la camioneta – se dirige hacia mi madre – encantado de conocerla, señora
- Regresa antes de medianoche – dice mi madre y la miro. No puede pedirme eso
- ¿Vamos? – pregunta Thiago

2 comentarios:

  1. La mamá de lali todo un personaje! Espero más!

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  2. Mi lei toda la novela y me encanta! Espero mas nove!
    Fresy07

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