martes, 29 de mayo de 2012

El Designio del Ángel: Veinte

Saltando del árbol (parte dos)

Al tiempo que Peter cae, da un grito en el aire. La cuerda vuelve y yo la cojo; miro hacia abajo y veo a Peter, moviéndose en el agua y saludándome con la mano mientras la corriente se lo lleva río abajo.

- ¡Vamos! ¡Te va a encantar! – grita desde abajo

Tomo aire, sujeto la cuerda entre mis manos con más fuerza y salto. La diferencia entre caer y volar es asombrosa. El agua está tan fría que suelto todo el aire de golpe. Salgo a la superficie tosiendo y por un instante no sé qué hacer. Trago agua, sabe a barro y hielo. Doy algunas brazadas discontinuas y luego empiezo a nadar en serio hacia la orilla, antes de ser arrastrada río abajo hasta desaparecer. No veo a Peter; el pánico llena mi cuerpo.

Un brazo me agarra por la cintura. Me volteo y casi choco mi cabeza con la de Peter. Me tiene bien agarrada y nada con fuerza hacia la orilla. En poco tiempo ya estamos jadeando en la ribera arenosa. Me tumbo de espaldas y veo pasar una nube.

- Bien – dice Peter – eres valiente

Lo miro, el cabello le gotea por la nunca. Vuelvo a mirarlo a los ojos, grises profundos. Quiero darle un puñetazo.

- Fue una idiotez. Los dos podríamos habernos ahogado
- Qué exagerada – dice – hoy el río está tranquilo. Ha estado peor

Me levanto y lanzo una mirada río arriba: veo el árbol que parece estar a medio kilómetro de distancia.

- Supongo que lo siguiente es regresar al árbol – digo y Peter se ríe de mi irritación
- Sí
- Descalzos
- Todo es arena, no pasa nada. ¿Tienes frío? – me pregunta

Puedo ver en sus ojos que si tuviera frío, él estaría feliz de abrazarme; pero, no tengo frío, no cuando ya brilla el sol y me he secado. Intento no pensar en el pecho desnudo de Peter, tan cerca, sudando de calor, ni en mí en este bikini diminuto y carne de gallina en mi barriga.

Lucho por ponerme de pie y empiezo a caminar por la orilla. Peter se levanta de un salto y camina a mi lado.

- Lo siento – dice – debería haberte avisado que el río venía rápido
- Sí – coincido, pero estoy harta de enfadarme con él, sobre todo después que bailó conmigo en el baile de graduación – no pasa nada
- ¿Quieres intentarlo de nuevo? – me pregunta, sonriendo – la segunda vez es mucho más fácil
- De verdad que estás intentando matarme. Estás loco
- En los veranos trabajo para una empresa donde tengo que meterme al río cinco días a la semana
- ¡Peter! – grita alguien desde más adelante - ¿Cómo está el río?

En el árbol hay por lo menos cuatro o cinco personas que nos ven regresar por la orilla. Peter los saluda con la mano.

- Está bien – grita Peter – tranquilo

Cuando llegamos al árbol otras dos personas han subido y han saltado al río. Ninguno parece tener problemas para alcanzar la orilla. Ver eso es lo que me lleva a subir de nuevo. Esta vez hago el esfuerzo de gritar al caer, como lo hizo Peter, y de dirigirme a la costa nada más tocar el agua. Al cuarto salto ya no tengo miedo y me siento invencible. Ahora entiendo cuál es la atracción de un lugar como este.

- Tú eres Mar, ¿verdad? – me pregunta una chica que espera subir al árbol. Asiento - soy Bea – es la chica que vi una vez con Peter en la cabaña de esquiadores – el sábado hay una fiesta en mi casa, por si quieres venir
- Ah, sí – digo sorprendida – iré encantada. Gracias

Le lanzo una sonrisa a Peter, que inclina la cabeza como si se tocara el ala de un sombrero. Por primera vez siento que quizá, podríamos ser amigos.

                                                                              ***

Esa noche Peter me lleva a cenar a Bubba´s, un restaurante de carnes. Me siento un poco nerviosa porque parece una cita de verdad. Pero, una vez que llega la comida, todo está tan delicioso que me relajo y como todo. Tengo miedo de lo que pueda pensar él de mí, ya tengo una respuesta planeada en caso me diga algo sarcástico acerca de la manera en que me devoré la comida.

- Prueba el pastel de crema de vainilla – dice, sin juzgarme – te lo traen con una rodaja de limón y cuando comes un trozo y luego muerdes el limón, sabe exactamente como pastel de limón
- ¿Y, por qué no pedir directamente pastel de limón?
- Confía en mí – dice y descubro que lo hago
- Está bien

Le pido al camarero el postre. Y, realmente está espectacular.

- Estoy llenísima – comento cuando termino – tendrás que llevarme a casa rodando

Hay un silencio.

- Gracias por este día – digo, finalmente, sin poder mirarlo a los ojos
- ¿Lo has pasado bien?
- Sí. Y, gracias por no hablar con los del restaurante para que vengan a cantarme a la mesa
- Cande dice que es algo que detestas. ¿Qué vas a hacer mañana?
- ¿Eh?
- Mañana tengo que ir fuera, y si quieres puedo llevarte a Yellowstone (1) y enseñarte el lugar
- Nunca he estado ahí
- Lo sé

Él es el regalo que nunca se agota. Yellowstone suena mucho mejor que pasar el día en casa viendo televisión, preocupándome por Stefano y tratando de aprender a volar con un peso. 
- Me encantaría conocer el Old Faithful – confieso
- Genial. Empezaremos por ahí

Foto: Old Faithful

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(1) Parque nacional cercano al estado de Wyoming, y se extiende hasta Montana e Idaho
(2) Tipo de fuente termal que erupciona periódicamente, expulsando una columna de agua caliente y vapor al aire

2 comentarios:

  1. Es un dulce!!! Insisto q buen regalo le hizo cande! Más nove!

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  2. Hay que emocion me da ver que las cosas se estan desarrollando de este bella manera con Peter

    Aunque Thiago me puede de punta a punta, este Peter tiene ese no se que que me hace deseasr ser esta Mar!!!!!!!!!

    Besos enormes y avisame por TW cuando subis

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