jueves, 31 de mayo de 2012

El Designio del Ángel: Veintitrés

Repelente para osos (parte uno)

A la mañana siguiente suena mi celular a una hora no “adecuada”. Gruño y lo busco a ciegas en la mesa de noche.

- ¿Qué? – contesto alegremente
- Bien. Estás levantada – Peter
- ¿Qué hora es?
- Las cinco
- Voy a matarte
- Estoy en camino – dice – llego en media hora. Pensé que si te llamaba te daría tiempo a cepillarte el pelo
- Como si me fuera a maquillar para ir de excursión contigo
- ¿Ves? Eso es lo que me gusta de ti, Zanahoria. Que no eres delicada

Cuelgo y me quedo tumbada contemplando el techo. Fuera está oscuro como boca de lobo. Caigo en la cuenta de que estaba soñando con él, aunque no recuerdo los detalles. Bostezo y hago un esfuerzo para levantarme y vestirme. Unos quince minutos después, Peter ha llegado. Le dejo una nota a mi madre diciendo que me voy a ver el amanecer con unos amigos.

Esta vez estoy nerviosa, pero Peter actúa como siempre, de un modo tan natural que me pregunto si no me habré imaginado toda la tensión de ayer entre nosotros. Me relajo con las bromas que siempre hacemos y su sonrisa es contagiosa.

- ¿Vas a decirme qué día es hoy? – le pregunto cuando estamos por la carretera
- ¿Eh?
- Dijiste que era un día especial
- Ah. En un momento lo sabrás

Llegamos al lago Jackson. Estaciona y salta de la camioneta; espero a que dé la vuelta y me abra la puerta.

- Tenemos que darnos prisa – dice, mirando su reloj – el sol saldrá en veintiséis minutos

Nos ponemos a caminar. Lo sigo mientras salimos del estacionamiento y nos adentramos en el bosque.

- ¿Qué cursos piensas llevar el año que viene? – me pregunta
- Los que tocan – respondo – Cálculo Matemático, Literatura, Francés, Física
- ¿Física?
- Bueno, mi padre es profesor de Física
- ¿En serio? ¿Dónde?
- En la Universidad de Nueva York – silba
- Eso está muy lejos. ¿Cuándo se separaron tus padres?
- ¿Por qué de pronto estás tan conversador? – le pregunto en un tono un poco arisco

Algo impide que me sienta cómoda cuando se trata de contarle mi vida. Como si supiera que una vez que empiece a hablar no podré parar. Se lo contaré todo: mamá es medio ángel, yo soy un cuarto de ángel, tengo visiones, poderes y un designio que cumplir, Thiago.

Se detiene, se da la vuelta y me mira.

- Tenemos que conversar por los osos – dice en voz baja, sobreactuando
- Los osos
- Tenemos que hacer un poco de ruido. No quiero encontrarme con un oso pardo
- No, supongo que no queremos eso – seguimos caminando - entonces, cuéntame eso que pasó con tu abuelo cuando tu familia perdió el rancho – digo, antes que vuelva al tema – Cande me dijo que ésa es la razón por la que odias a la gente de California. ¿Qué fue lo que pasó?
- Yo no odio a la gente de California – noto la tensión en su voz – que te quede claro
- Me alegro saberlo
- Es una larga historia – dice
- Lo siento. No quise…
- No pasa nada, Zanahoria. Algún día te la contaré, pero no ahora

Después de unos minutos de escalar, llegamos a un claro en la cima de una pequeña colina. El cielo está bañado de tonos grises y amarillos. A sus pies está el lago Jackson, tan cristalino que ofrece una réplica perfecta del cielo y las montañas. Peter mira su reloj.

- Sesenta segundos. Hemos llegado justo a tiempo

No puedo dejar de mirar las montañas, nunca he visto algo tan hermoso.

- Allá – Peter me hace girar la cabeza hacia la dirección opuesta, donde el sol está emergiendo

Estamos completamente solos, el sol está asomando sólo para nosotros. Una vez que se eleva sobre la cima de las montañas, Peter me coge suavemente de los hombros y vuelve a girarme hacia las montañas Teton, donde ahora se ven un millón de reflejos dorados sobre el lago.

- Oh – digo emocionada
- Te hace creer en Dios, ¿verdad?
- Sí

Nos quedamos durante un rato largo en completo silencio, contemplando cómo la luz del sol se extiende y baila con las montañas. Se levanta una brisa suave que sopla mis cabellos hacia un costado, donde golpean los hombros de Peter. Él se voltea hacia mí, traga saliva. Parece a punto de decirme algo realmente importante. El corazón se me atraganta.

- Creo que tú…. – se lanza

En ese preciso instante, los dos oímos un ruido. Nos damos la vuelta. Una osa acaba de salir al camino. Detrás de ella, dos cachorros salen tropezando.

- No corras – me advierte Peter y lo veo buscando algo en su mochila – no corras – vuelve a decirme Peter, en voz alta

La osa mira directo hacia él, mientras Peter rebusca algo en su mochila. Sus hombros se tensan mientras se prepara para abalanzarse.

- No – murmuro en angélico – no

La osa se detiene. Ahora me mira a mí, sus ojos marrones totalmente vacíos de sentimientos o comprensión. Se levanta sobre sus patas traseras y resopla con furia.

- No queremos hacerte daño – le digo en angélico

La osa emite un sonido que es mitad rugido, mitad ladrido. Me mantengo firme y la miro a los ojos.

- Vete de aquí – le ordeno

Siento un poder extraño que me invade; observo mi brazo extendido y veo un brillo débil que asciende debajo de mi piel. La osa vuelve a ponerse a cuatro patas, baja la cabeza y les gruñe a sus crías. En unos segundos, ya se ha ido. Me fallan las rodillas, pero los brazos de Peter me rodean. Durante un rato me abraza con fuerza, una mano apoyada en el hueco de la espalda, sosteniéndome, la otra en mi nuca. Me pega la cabeza a su pecho, su corazón retumba.

- Repelente para osos – me dice, cuando me he separado y noto algo en su mano
- Entonces, podías arreglártelas
- Estaba intentando leer las instrucciones – dice sonriendo a pesar de estar pálido – no sé si me habría dado tiempo
- Fue culpa nuestra. Por dejar de hablar
- Sí
- Tengo sed – digo

Vuelve a guardar el tubo en la mochila y saca una botella de agua, la abre y se arrodilla a mi lado. Sostiene la botella en mis labios, aún sigue tenso.

- Me advertiste sobre los osos – tartamudeo – tuvimos suerte
- Sí. Mucha suerte sí

En sus ojos hay una pregunta que no puedo responder. No hablamos de lo ocurrido, más bien, bajamos andando y regresamos en auto a Jackson a desayunar. A última hora de la mañana, vamos a su casa, cogemos su bote y pasamos la tarde pescando. Sin embargo, cuando estamos en la cocina de su casa, destripando un pescado que él pescó, él saca el tema de la osa.

- ¿Qué fue lo que hiciste hoy con la osa?
- Esto es un asco – me quejo, al cortarle la barriga al pescado, como él me ha enseñado

Se voltea y me mira con dureza, como siempre que intento hacerme la tonta. Decido probar con una mentira que parezca ridícula.

- Le canté
- Lo que hiciste fue hablarle
- Fue una especie de tarareo – digo – eso es todo
- No soy estúpido
- Lo sé. Pitt…

El cuchillo se me escapa. Siento que se me clava en la parte carnosa de la mano, desgarrando piel y músculo. Sale sangre. Peter me da un paño para que lo ponga en la mano y apriete fuerte mientras él va por utensilios médicos. El problema surge cuando empiezo a sentir un calor que se dirige a mi mano y cuando la abro, ya no tengo ningún corte. Se ha curado la herida. Cuando Peter regresa e insiste en que le enseñe el corte para curarlo, las cosas se ponen tensas.

- Estoy bien – digo
- Déjame ver
- Es sólo un rasguño. Estoy bien
- Es un corte profundo. Hay que cerrarlo

Sin nada más que hacer, le ofrezco mi mano. La observa lentamente, me doy cuenta que estoy conteniendo el aliento.

- Estaba seguro de que ibas a necesitar puntos
- Falsa alarma
- ¿Qué pasa contigo Mar?
- ¿De qué…de qué estás hablando? – tartamudeo
- No sé – empieza a decir – no sé de qué estoy hablando. Es sólo que … tú….

No dice nada más y se produce el más grande e incómodo de los silencios.

4 comentarios:

  1. Y ahora?? Q le dice a Peter? Sí le dice la verdad como reacciona el?? Le creerá? Cada capitulo me enamoro más de este peter más nove!

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  2. waaauuu quedo demasiado bueno el cap ya muero por ver el prox :D
    sube otro

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  3. No te podes dar el lujo de dejarme asi Mais

    De verdad que no che !!!!!!!!!

    Quiero mas

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  4. Me gustaría que se pasasen por el blog:
    http://duosonrisas.blogspot.com.es/

    Estamos subiendo una adaptación y una novela:)
    Pasense, besos:)

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