Pero no era Benja el que me atacaba.
Mientras tosía y buscaba aire, vi a Maxi
moverse para atacar, e inmediatamente me volteé para golpear mi pie contra su
estómago. Él cayó hacia atrás, tambaleándose contra el suelo, viéndose
sorprendido. Sus ojos se endurecieron. Los míos también. Me fui contra él,
contra su pecho y golpeé su cabeza repetidamente contra el suelo. No era
suficiente para hacerlo perder la consciencia, quería que estuviera fuera de
combate, pero aún capaz de hablar. Tenía muchas preguntas que quería que
responda ahora.
—Tráeme
el cable —le ordené al perro, transmitiendo una figura de éste en su mente
así podía entender mi orden.
El perro obedientemente trotó, trayendo el
cable en sus dientes, inmune al Devilcraft. ¿Sería posible que este prototipo
no le hiciera daño? De todos modos, no podía creerlo, podía hablarle a los
animales, al menos a este.
Rodé sobre el estómago de Maxi, y use el
cable para amarrar sus muñecas. Quemó mis dedos, pero estaba muy enojada para
que me importara. Lo hizo gruñir en protesta.
Poniéndome de pie, pateé sus costillas para
que despierte. —Más te vale que las primeras palabras que salgan de tu boca
sean para explicarme —dije.
Con una mejilla presionada contra el suelo,
sus labios se curvaron en una sonrisa que intimidaba. —No sabía que eras tú —dijo
inocentemente, burlándose.
Bajé mi mirada hacia él. —Si no quieres
hablarme, te entregaré a Peter. Ambos sabemos que ese camino será bastante no
placentero.
—Peter—. Maxi rió. —Llámalo. Adelante. A ver
si te contesta.
Miedo helado bailó en mi pecho. —¿Qué
quieres decir?
—Desata mis manos y tal vez te lo diré, con
detalle, lo que le hice.
Le lancé una cachetada con tanta fuerza que
mi propia mano empezó a doler. —¿Dónde está Peter? —pregunté de nuevo,
intentando apartar el pánico de mi voz, sabiendo que solo ayudaría a que Maxi
gane fuerza.
—¿Quieres saber lo que le hice a Peter…o a
Peter y Maxi?
El suelo pareció empezar a inclinarse.
Habíamos sido metidos en una trampa. Maxi se había llevado a Maxi y Peter, y
luego había venido por mí. ¿Pero por qué?
Armé el rompecabezas por mí sola.
—Estás chantajeando a Pepper Friberg. Eso es
lo que estás haciendo aquí, ¿verdad? No te molestes en responder. Es la única
explicación que tiene sentido—. Pensé que era Agustina, si lo hubiese visto de
otra forma…
Maxi soltó un largo suspiro. —Hablaré
contigo después que desates mis manos.
Estaba tan consumida por el enojo, y me
sorprendí de encontrar lágrimas quemando en la parte trasera de mis ojos.
Confiaba en Maxi. Había dejado que me entrene y me aconseje. Había construido
una relación con él, y lo consideraba uno de mis aliados en el mundo Nephil.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué chantajeaste
a Pepper? ¿Por qué? —le grité, cuando me miró con total silencio.
Ya no podía golpearlo, apenas podía estar de
pie. Mi cuerpo se sentía tan caliente, la traición dolía. Me incliné contra la
pared de piedra, respirando profundamente para mantener bien mi cabeza. Mis
rodillas temblaban. La parte de atrás de mi garganta se sentía apretada.
—Desata mis manos, Lali. No iba a hacerte
daño…no realmente. Necesito calmarte, eso es todo. Quería hablarte y explicarte
lo que estoy haciendo y por qué.
—¿Peter o Benja están heridos? —pregunté.
Peter no podía sentir dolor físico, pero eso no significaba que Maxi no
estuviera usando algún tipo de prototipo de Devilcraft para hacerle daño.
—No. Los até de la misma forma que me has
atado a mí. Están molestos como jamás los he visto. El Devilcraft no es bueno
para ellos, pero pueden aguantar más tiempo sin efectos negativos.
—Entonces voy a darte exactamente tres minutos
para que respondas mis preguntas antes que vaya tras ellos. Si no las has
respondido de acuerdo a un nivel de satisfacción, voy a llamar a los perros.
Maxi bufó. —¿De qué estás hablando?
—Puedo hablarle a través de la mente a los
animales, Maxi. Como lo hizo el perro que te atacó. No puedo matarte, pero eso
no significa que no pueda hacerte arrepentir de lo que has hecho. Primera
pregunta: ¿Por qué estás chantajeando a Pepper? Los Nephils no juegan con los
ángeles caídos.
Maxi empezó a moverse, intentando rodar
sobre su espalda. —¿No puedes desatar el cable así podemos tener una charla
normal?
—Tiraste la normalidad por la ventana el
minuto en que intentaste estrangularme.
—Necesito mucho más de tres minutos para
contarte lo que está sucediendo —Maxi respondió, sin sonar nada preocupado por
mi amenaza.
Decidí de mostrarle lo serio que iba esto.
—Comida
—le dije al perro negro, que se había quedado mirando la escena.
Le envié a su mente la imagen de la carne de
Maxi. El perro hundió sus dientes en la parte trasera del brazo de Maxi.
El herido empezó a insultar e intentó
apartarse. —¡No podía tener a Pepper metido en ms planes! —espetó finalmente—.
¡Quita al perro!
—¿Qué planes?
Maxi sollozó, tratando de librarse del
perro. —Pepper fue enviado aquí a la tierra por los arcángeles para realizar
una completa investigación sobre mí y Blakely.
—Porque los arcángeles sospechaban que el
Devilcraft no había desaparecido con La Mano Negra, y que tú aún la estabas
usando, pero ellos quieren confirmarlo antes de actuar. Eso tiene sentido.
Sigue hablando.
—Así que necesitaba una forma de distraer a
Pepper, ¿de acuerdo? ¡Quita a tu perro!
—Aún no me has dicho por qué lo has estado
chantajeando.
Maxi sollozó una vez más y se movió para
evitar los colmillos de mi nuevo perro favorito. —Dame un respiro.
—Mientras más rápido hables, más rápido le
daré a mi nuevo amigo algo más que pueda comer.
—Los ángeles caídos necesitaban a Pepper
para que encante varios objetos, usando los poderes del cielo. Conocían el
Devilcraft, y sabían que Blakely y yo podíamos controlarlo, así que querían
aprovechar los poderes del cielo, querían asegurarse que los Nephils no tengan
oportunidad en ganar la guerra. Ellos son
los que están chantajeando a Pepper.
De acuerdo. Esto también podía tener
sentido. Solo había una cosa más que no tenía sentido. —¿Cómo es que tú estás
envuelto en todo esto?
—Yo estoy trabajando para los ángeles caídos
—dijo tan silenciosamente que estaba segura de haber escuchado mal.
Me incliné más cerca. —¿Te importa volverlo
a repetir?
—Soy un vendido, ¿de acuerdo? Los Nephils no
van a ganar la guerra —agregó a la defensiva—. Los ángeles caídos harán de todo
para estar en lo alto. Y no solo porque intentan usar los poderes del cielo,
sino que los arcángeles se llevan bien con los ángeles caídos; ellos consideran
que nuestra raza es una abominación, nos quieren desaparecer, y si eso
significa aliarse temporalmente con ángeles caídos para lograrlo, lo harán.
Sólo los de nuestra raza que se alíen con ángeles caídos tendrán una
oportunidad de sobrevivir.
Miré fijamente a Maxi, incapaz de digerir
sus palabras. Maximiliano Recca, en cama con el enemigo. El mismo Maximiliano
que estuvo del lado de La Mano Negra. El mismo Maximiliano que me entrenó con
tanto ahínco. No podía comprenderlo. —¿Y qué hay de nuestro ejército Nephil? —dije,
mi enojo aumentando.
—Está condenado. Lo sabes. No hay mucho
tiempo restante antes que los ángeles caídos hagan su movida y seamos enviados
a la guerra. He acordado darles Devilcraft. Tendrán los poderes del cielo y del
infierno…y el respaldo de los arcángeles. Todo terminará en menos de un día. Si
me ayudas a lograr que Pepper encante los objetos, te ayudaré. Me aseguraré que
la mayoría de los ángeles caídos más influyentes sepan que ayudaste y que eres
leal a la causa.
Retrocedí un paso, viendo a Maxi a través de
nuevos ojos. Ni siquiera sabían quién era. No podía ser más extraño en estos
momentos. —No…toda esta revolución…¿todo mentira? —finalmente
logré decir.
—Supervivencia —dijo—. Lo hice para salvarme
a mí mismo.
—¿Y el resto de la raza Nephil? —escupí.
Su silencio me dijo lo preocupado que estaba
sobre ello. Un encogimiento de hombros desinteresado decía más. Maxi estaba en
esto por él mismo, fin de la historia.
—Creen en ti —dije—. Cuentan contigo.
—Cuentan contigo.
Salté. El impacto completo de la
responsabilidad pesando en mis hombros pareció golpear contra mí. Yo era su
líder. Era la cara de esta campaña. Y mi consejero de más confianza estaba del
otro lado.
—No puedes hacerme esto —dije, amenazándolo—.
Te expondré. Les diré a todos lo que realmente estás haciendo. No conozco todo
sobre la ley Nephil, pero estoy bastante segura que tienen un sistema para encargarse
de los traidores.
—¿Y quién va a creerte? —dijo Maxi—. Si
discuto que tú eres la verdadera traidora, ¿a quién crees que creerán?
Tenía razón. ¿A quién creerían? ¿A la joven,
e inexperta impostora colocada en poder por su padre fallecido, o al fuerte,
capaz y carismático hombre que tenía tanto la vista como la habilidad para ser
un Dios Romano?
—Tengo fotos —dijo Maxi—. De ti con Peter.
De ti con Pepper. Incluso algunas en las que te ves amistosa con Agustina. Te
ganaré en esto Lali. Eres simpatizante a la causa de los ángeles caídos. Así lo
pondré. Te destruirán.
—No puedes hacer esto —dije, con rabia
golpeando mi pecho.
—Estás caminando por un camino muerto. Esta
es tu última oportunidad de dar la vuelta. Ven conmigo. Eres más fuerte de lo
que crees. Podemos ser un equipo invencible. Puedo usarte…
Solté una risa dura. —¡Oh, ya terminé con
todo esto, de ti usándome! —Cogí una piedra grande, intentando golpearla contra
el cráneo de Maxi, dejarlo inconsciente e ir por la ayuda de Peter para decidir
qué hacer con él después, cuando una sonrisa cruel y retorcida en el rostro de Maxi
hizo que parezca un demonio más que un Dios Romano.
—Qué desperdicio de talento —murmuró.
Fue ahí cuando me di cuenta. El cable de sus
muñecas no estaba causando que su piel queme de la forma en que lo hacía la
mía. De hecho, además de tener su rostro contra el suelo, no se veía incómodo.
El cable se liberó de las muñecas de Maxi, y en un instante, estuvo de pie.
—¿Realmente crees que le permitiría a
Blakely crear un arma que podría ser usada contra mí? —se mofó, su labio
superior curvándose.
Ordenando al cable, lo lanzó hacia mí.
Quemazón se deslizó por mi cuerpo, haciendo que caiga con fuerza al suelo, sin
aire. Mareada por el impacto, retrocedí, intentando enfocar la imagen de Maxi.
—Creo que te gustaría saber que tengo toda
la intención de tomar tu posición de comandante del ejército Nephil —se burló—.
Tengo el respaldo de toda la raza Nephil. Planeo dirigir a todos los Nephils
directo a las manos de los ángeles caídos. No sabrán lo que he hecho hasta que
sea demasiado tarde.
—Hiciste un juramento a Hank de que me
ayudarían a liderar a su ejército hacia su libertad, eres un idiota arrogante.
Si intentas robarte mi título, ambos veremos las consecuencias de haber roto
nuestros juramentos. Muerte, Maxi. No exactamente una complicación menor —le
recordé cínicamente.
Maxi rió con burla. —Sobre ese juramento.
Una completa mentira. Cuando lo dije, pensé que te haría confiar en mí. Aunque
no es que lo necesitara. Los prototipos del Devilcraft que te di han estado
haciendo un buen trabajo en convencerte de confiar en mí.
No había tiempo para que su engaño se hunda
en mí. El cable lanzó fuego a través de mi ropa una segunda vez. Buscando mi
propia sobrevivencia, gateé hacia la pared, escuchando al perro ladrar y atacar
detrás de mí y ser lanzado al lado opuesto. La colina empinada, manchada de
rocío, me envió rodando y patinando hacia las tumbas más abajo.