—No —solté automáticamente. —No, no, no. No
puedes simplemente…mudarte conmigo.
Una sensación de puro pánico escaló desde
mis dedos de los pies hasta la punta de mis oídos. Necesitaba un argumento
ahora.
—Ya me hice la idea —dijo Paula, y
desapareció adentro.
—¿Y qué hay de mí? —grité.
Pateé la puerta, pero en realidad quería
golpearme a mí misma por lo menos durante una hora. Le había hecho un favor a
Cande y mira en qué había terminado.
Abrí la puerta de un envión y entré.
Encontré a Cande.
—¿Por dónde se fue? —demandé.
—¿Quién?
—¡Paula!
—Pensé que estaba contigo.
Le lancé una mirada a Cande. —¡Todo esto es
tu culpa! Necesito encontrarla.
Sin darle más explicación, me empujé entre
la gente, mis ojos alertas ante cualquier señal de Paula. Te está probando, me dije a mí misma. Además, mi mamá tenía la
palabra final en esto. Y ella no dejaría que Paula se mude con nosotras. Paula
tenía su propia familia. Con este pensamiento, sentí que mi respiración se
relajaba.
Las luces se atenuaron y el líder del grupo
de música cogió el micro. El baterista tocó una introducción y Benjamín junto
al otro guitarrista siguieron la canción. La gente se volvió loca, moviendo sus
cabezas y cantando las letras.
Di una última frustrada mirada, buscando a
Paula, luego me cansé. Más tarde hablaría bien con ella. El inicio del
espectáculo era mi señal para encontrarme con Peter en el bar, así que mi
corazón estaba de nuevo dando tumbos en mi pecho.
Hice mi camino hacia el bar y me senté en el
primer asiento que encontré. Me senté un poco fuerte, perdiendo mi equilibrio
en el último segundo. Mis piernas se sentían como si estuvieran hechas de
caucho, y mis dedos temblaban. No sabía cómo sobreviviría a esto.
—¿Querida, identificación? —preguntó el del
bar. Sentí una vibración por mi cuerpo lo que me indicaba que él era un Nephil,
justo como Peter me dijo que sería.
Sacudí mi cabeza. —Sólo una Sprite, por
favor.
Ni un momento después, sentí a Peter
moviéndose detrás de mí. La energía saliendo de él era mucho más fuerte que la
del chico del bar, sintiéndose caliente debajo de mi piel. Siempre había tenido
ese efecto en mí, pero a diferencia de siempre, esta noche me hacía sentir
enferma de ansiedad. Significaba que Peter había llegado, y estaba fuera de
tiempo. No quería seguir con esto, pero entendía que no tenía otra opción.
Tenía que jugar inteligentemente para mantener mi seguridad.
—¿Lista?
—me preguntó Peter en la privacidad de nuestros pensamientos.
—Si
sentirme como si fuera a vomitar en cualquier minuto significa lista, entonces
seguro.
—Iré
más tarde a tu casa y lo hablaremos. Ahora mismo, tenemos que pasar esto.
Asentí.
—Justo
como ensayamos —habló calmadamente en mi mente.
—¿Peter?
Sea lo que sea que suceda, te amo —quería decirle más, esas tres palabras
era inadecuadas para la forma en que me sentía sobre él.
—Sin
remordimientos, Ángel.
—Sin.
El chico del bar terminó con un cliente y se
acercó a tomar la orden de Peter. Sus ojos inspeccionaron a Peter y por la
mueca que apareció en su rostro, era obvio que se había dado cuenta que Peter
era un ángel caído.
—Dame una hermosa pelirroja, preferentemente
baja y delgada—Trazó un dedo por mi mejilla, yo me tensé y me alejé.
—No estoy interesada —dije, tomando un poco
de Sprite y manteniendo mis ojos en la pared detrás del bar.
El del bar se inclinó, recostando sus
masivos antebrazos en el granito, mirando a Peter.
—La próxima vez mira el menú antes de hacer
perder mi tiempo. No ofrecemos mujeres desinteresadas, pelirrojas o cualquiera.
—Y si es Nephil mejor —dijo Peter.
El del bar se detuvo, sus ojos brillando con
malicia.
—¿Te importa callarte la boca? Estamos en
una compañía mixta. Este lugar también está abierto para humanos.
Peter lo calló con un movimiento de su
brazo.
—Dulce de tu parte preocuparte sobre los
humanos, pero un rápido truco de mente y no recordarán una palabra de lo que he
dicho. He hecho este truco tantas veces que puedo hacerlo durmiendo —dijo
Peter.
—¿Quieres que este sin vida se vaya? —me
preguntó el del bar —Di la palabra y se lo llevarán.
—Aprecio la oferta, pero puedo arreglármelas
sola —le dije. —Tienes que excusar a mi ex por ser un imbécil total.
Peter se rió. —¿Imbécil total? Así no me
llamaste la última vez que estuvimos juntos —dijo, sugestivamente.
Me quedé mirándolo, disgustada.
—No siempre fue Nephil, sabes —informó
Peter. —Tal vez has escuchado de ella. La heredera de la Mano Negra. Me gustaba
más cuando era humana, pero hay cierta autenticidad al salir con la Nephil más
famosa de la Tierra.
El del bar me miró especulativamente. —¿Eres
la hija de la Mano Negra?
Miré a Peter. —Gracias por eso.
—¿Es verdad que la Mano Negra está muerto? —preguntó
el del bar. —Casi no puedo comprenderlo. Un gran hombre, que su alma descanse.
Mis respetos a tu familia. Pero muerto….¿de verdad?
—Así es —murmuré. No podía obligarme a botar
una lágrima por mi padre, pero si hable con melancólica reverencia que pareció
satisfacer al del bar.
—Una ronda libre de bebidas para el ángel
caído que lo atrapó —interrumpió Peter, alzando mi vaso. —Creo que todos
acordamos que eso fue lo que sucedió —se rió.
—¿Y dices que salías con este cerdo? —me
preguntó el del bar.
Miré a Peter y fruncí el ceño. —Queda un
vago recuerdo de él.
—¿Sabes que es un… —el del bar bajó su voz —ángel
caído, verdad?
Otro sorbo de bebida y tragué fuerte. —No me
lo recuerdes. He hecho mejoras, mi nuevo enamorado es Maxi Recca, cien por
ciento Nephil. ¿Tal vez has escuchado de él? —Mejor momento para hacer correr
un rumor.
Sus ojos se alzaron, impresionado. —Claro,
claro. Gran chico. Todos conocen a Maxi.
Peter cerró su mano sobre mi muñeca con
mucha firmeza. —Ella lo tiene todo mal. Aún estamos juntos. ¿Qué dices si
salimos de aquí, azúcar?
Salté ante su toque, como si estuviera
asustada. —Quita tus manos de mí.
—Tengo mi moto atrás. Déjame llevarte para
un viaje. Por los viejos tiempos. —Se mantuvo fijo, luego me jaló del bar con
fuerza.
—Llama a seguridad —le ordené al del bar,
dejando que la ansiedad llene mi voz. —Ahora.
Peter me jaló hacia la puerta principal, y
mientras reflejaba un espectáculo convincente de intentar liberarme de él,
sabía que lo peor estaba por venir.
El de seguridad, un Nephil que era mucho más
alto que Peter y también con muchos más kilos, nos siguió. Agarró a Peter del
cuello, quitándolo de mi camino y haciendo que vuele hacia la pare. Se formó un
círculo de curiosos alrededor.
Peter alzó sus manos a la altura de sus
hombros. Lanzó una breve e intoxicada sonrisa. —No quiero problemas.
—Muy tarde —dijo el de seguridad, y golpeó a
Peter con su puño. La piel debajo de la ceja de Peter se abrió, botando sangre
y me forcé a no ir tras él. —Si vuelves a mostrar tu cara por aquí, tú y tus
problemas serán grandes amigos. ¿Entiendes?
Peter se tambaleó haca la puerta, dándole un
saludo a de seguridad. —Ya, ya, señor.
El de seguridad plantó su pie en la rodilla
de Peter, mandándolo contra el cemento.
Un hombre cerca de la puerta se rió, bajo y
con rudeza y el sonido atrajo mi atención. Esta no era la primera vez que
escuchaba esa risa. Cuando era humana, no la hubiese reconocido, pero todos mis
sentidos estaban alzados ahora. Intenté mirar en la oscuridad, intentando hacer
un match entre el sonido de la risa y un rostro.
Ahí estaba.
Sombrero de vaquero. No estaba usando
sombrero o lentes de sol esta noche, pero reconocía esos hombros y esa risa en
cualquier lugar.
—¡Peter!
—grité, sin poder ver si era capaz de escuchar mi voz en su mente, ya que
la gente se había cerrado a mí alrededor. —Uno
de los Nephil de la cabina, ¡está aquí! Está por la puerta, usando una camisa
roja y negra, jeans y botas de vaquero.
Esperé, pero no hubo respuesta.
—¡Peter!
—intenté de nuevo, usando todo el poder mental que poseía. No pude seguirlo
hasta afuera, no si quería seguir el espectáculo.
Cande apareció a mi lado. —¿Qué sucede aquí?
Todos hablan de una pelea. No puedo creer que me la haya perdido. ¿Viste algo?
La aparté a un lado. —Necesito que hagas
algo por mí. ¿Ves a ese hombre justo por la puerta, con una camisa roja y
negra? Necesito que descubras su
nombre.
Cande frunció el ceño. —¿De qué se trata
todo esto?
—Te lo explicaré después. Coquetea con él,
roba su billetera, lo que sea. Solo no menciones mi nombre, ¿de acuerdo?
—Si hago esto, quiero un favor. Una doble
cita. Tú y tu novio, y yo y Benja.
Sin tiempo para explicarle que yo y Peter
habíamos terminado le dije que sí.
—Ahora apúrate antes que lo perdamos entre
la gente.
Cande desapareció entre la multitud. No me
quedé para ver cómo iba. Hice mi camino entre la gente, saliendo por la puerta
trasera y trotando hacia lo alto del callejón. Rodeé el lugar, buscando a ambos
lados a Peter.
—¡Peter!
—grité a las sombras.
—¿Ángel?
¿Qué estás haciendo? No es seguro para nosotros que nos vean juntos.
Me di la vuelta, pero Peter no estaba ahí.
—¿Dónde
estás?
—Al
otro lado de la calle. En la camioneta.
Miré al otro lado de la calle, y sin duda,
ahí estaba estacionada una camioneta. Las ventanas estaban oscurecidas por lo
que no se podía ver lo suficiente por dentro.
—¡Uno
de los Nephils que me secuestró está dentro del bar!
—¿Vio
la pelea? —preguntó luego de un silencio.
—Sí.
—¿Cómo
se ve?
—Está
usando una camisa roja y negra y botas de vaquero.
—Haz
que abandone el lugar. Si los otros de la cabina están con él, también haz que
se vayan Quiero hablarles.
Viniendo de Peter sonaba siniestro, pero se
lo merecían. Ellos me habían hecho perder mi simpatía dese el momento en que me
metieron en su camioneta.
Troté de nuevo hacia el bar e hice mi camino
entre la multitud. La banda aún sonaba. No sabía cómo hacer para que el chico
del Sombrero de Vaquero deje el lugar, pero sabía que una persona me ayudaría a
limpiar todo el lugar.
—¡Benjamín!
—grité en silencio. Pero no tenía sentido, no podía escuchar sobre la
música estridente. Probablemente no ayudaba a que estuviera totalmente
concentrado en tocar.
Me alcé en puntas de pie y busqué a Cande.
Se acercaba hacia mí.
—Use toda mi simpatía sobre él, pero no
ayudó en nada —me dijo ella—Tal vez necesito un nuevo corte de pelo—. Luego
olía debajo de sus brazos. —Hasta donde puedo decir, el desodorante aún
funciona.
—¿No te hizo caso?
—Sip, y no obtuve su nombre, tampoco. ¿Esto
quiere decir que no habrá doble cita?
—Volveré enseguida —dije, y una vez más hice
mi camino entre la multitud.
Tenía toda la intención de acercarme lo más
que podía a Peter, así podía hablarle en silencio; le diría que sería más
difícil de lo que pensaba sacar a nuestro amigo Nephil del bar, pero justo dos
figuras aparecieron conversando, cerca de donde estaban. Conversaban con voz
baja.
Pepper Friberg y…Agustina.
Agustina solía de un ángel de la muerte, y salía
con Peter antes que ambos fueran expulsados del cielo. Peter había jurado que
la relación era aburrida, sin gusto, y más de conveniencia que otra cosa más.
Aun así, después de decidir que yo era una amenaza para sus planes de volver a
tener su relación con Peter aquí en la Tierra, Agustina había tratado de
matarme. Era fría, rubia y sofisticada. Ahora era un ángel caído, y trabajaba
en estafar a víctimas con la falsa pretensión de darles el regalo de ver el
futuro. Era una de las ángeles caídas más peligrosas que había conocido, y no
tenía duda que era la primera en su lista de odios.
Inmediatamente me escondí. Mantuve mi
respiración por cinco segundos, pero ni Pepper ni Agustina parecieron notar mi
presencia. Ambos hablaron por unos minutos antes que Agustina diera la vuelta y
se fuera por el callejón.
Esperé a que Pepper también se fuera antes
de salir de las sombras. Entré directamente al bar de nuevo y encontré a Cande.
—Necesito que este lugar se quede sin gente
ahora mismo —dije.
Cande parpadeó. —¿Dime de nuevo?
—¿Y si grito fuego? ¿Funcionará?
—Gritar fuego suena a algo de colegio para
mí. Podrías tratar gritando policía, pero eso cae en la misma categoría. No es
que tenga nada en contra del colegio. ¿Pero cuál es el apuro? No creo que la
banda de Benja sea tan mala…
—Te lo explicaré….
—Después —terminó Cande por mí y asintió. —Sabía
que eso vendría. Si fuera yo gritaría policía. Seguro que hay unos cuantos aquí
que hacen actividades ilegales.
Me mordí mi labio nerviosamente, debatiendo.
—¿Estás segura?
—Treinta y cinco por ciento segura…
Su voz se desvaneció mientras sentí un aire
frío llenar el lugar. AL principio no pude decir si de pronto la temperatura
había bajado, o mi propia intuición de problemas se hacía presente. Ángeles
caídos entraron al bar. Perdí la cuenta de ellos cuando llegué a diez, sin
señal de terminar de contar. Se movieron rápidamente, habían venido a pelear.
Tenían cuchillos en sus manos y estaban obligando a unos cuantos Nephils a
rendirse.
Un ángel caído, huesudo y pálido como la
luna, golpeó con tanta fuerza el cuello de una chica Nephil que se lo rompió en
mitad de un grito. Inspeccionó el rostro de la chica, que se parecía a la mía a
la distancia. Estudió su rostro y gruñó impacientemente. Sus ojos fríos
escanearon la multitud, y tuve el presentimiento que estaba cazando su próxima
víctima.
—Necesitamos salir de aquí —dijo Cande,
urgentemente, agarrando con fuerza mi mano. —Por aquí.
Antes que pueda preguntarme si Cande también
había visto al ángel caído romperle el cuello a la chica, y cómo podía
permanecer tan calmada, me jaló hacia la multitud.
—No mires hacia atrás —gritó en mi oído. —Y
apresúrate.
Apresurarme. Claro. El problema era que,
estábamos peleando con al menos cien otras personas para ir hacia la puerta. En
cuestión de segundos, la multitud se había convertido en pánico, moviéndose para
encontrar una salida. La banda había detenido su música, no había tiempo para
regresar por Benja. Solo podía esperar que haya logrado escapar por las puertas
del escenario.
La tentación de regresar y pelear de pronto explotó
dentro de mi. Los Nephils tenían derechos. Yo tenía derechos. Nuestros cuerpos
no pertenecían a los ángeles caídos. Ellos no tenían derecho a poseernos. Había
prometido a los arcángeles que detendría la guerra, pero personalmente tenía
una lucha en esta guerra. La quería, porque también quería libertad, así nunca,
nunca tendría que arrodillarme o jurar cuerpo sobre alguien más.
Al final, Cande y yo salimos hacia la noche
fría. La multitud corrió hacia la oscuridad a ambos lados de la calle. Sin
detenernos para poder respirar, corrimos hacia el auto.
No se olviden de pasar por mi otro blog.
Nueva entrada: http://loquemisojosleen.blogspot.com/