domingo, 4 de mayo de 2014

Ángeles Caídos #4: Dos I

Esta Noche
No soy una chica de fiestas, la que escucha música a alto volumen, la que le gusta chocarse con varios cuerpos y con sonrisas ebrias. No es mi estilo. Mi perfecta noche de sábado sería quedarme en casa, haciendo nada en mi sofá y viendo una película con mi enamorado, Peter. Algo predecible, normal. Pero lo normal desapareció de mi vida cuando Peter entró a mi vida. Él me lleva varios centímetros de altura, opera bajo la lógica fría y dura, se mueve como el humo y vive solo en un estudio súper secreto debajo del Parque de Diversiones. El sonido de su voz, baja y sexy, puede derretir mi corazón en tres segundos. También es un ángel caído, expulsado del cielo por su rebeldía al seguir las reglas. Realmente creo que Peter se sale de lo normal.
Puede que yo no tenga normalidad, pero si estabilidad. Y esto se resume en mi mejor amiga que parece de 12 años, Candela. Ella y yo tenemos un lazo irrompible; dicen que los opuestos se atraen y Cande y yo somos la prueba de ello.
Esta noche, el deseo de Cande es llevarnos a una casa al otro lado de la ciudad para una fiesta, para poder ingresar con nuestros documentos de identidad falsos, y sudar y divertirnos al máximo (según sus palabras). El lugar es estándar, una pista de baile que se conforma de un tabladillo y un bar. La gente dice que detrás del bar hay una puerta secreta que te lleva hacia un chico que vende drogas.
—Muévelo chica —me gritaba Cande sobre la música, moviendo sus manos por todos lados. —Así es como debe ser un sábado en la noche. Tú y yo dejándonos ser, disfrutando de la noche.
Hice lo mejor que pude para mostrar entusiasmo, pero el chico detrás de mí seguía pisándome los pies, y me estaba estresando y la chica a mi costado me golpeaba cada vez que se movía.
—Deberíamos ir por alcohol —le dije a Cande—. Hace demasiado calor.
—Eso es porque tú y yo hemos estamos quemando el lugar. Fíjate en el chico del bar, no puede quitarte los ojos de encima.
Seguí su mirada…y mi corazón dio un brinco.
Maxi Recca alzó su mentón cuando nuestras miradas se cruzaron
No te imaginaba como una bailarina —habló en mi mente.
Gracioso, yo si te imaginaba como un acosador —le lancé de vuelta.
Maxi Recca y yo pertenecíamos a la raza Nefil, con la habilidad para hablar a través de la mente, pero ahí quedaban las similitudes. Él no sabía cómo darme un respiro y yo no sabía cuánto tiempo más podía aguantarlo. Lo había conocido por primera vez esta mañana, cuando había venido a mi casa a anunciar que una vez más, los ángeles caídos y los Nefils estaban por entrar a una guerra y yo estaba a cargo de todo; pero yo necesitaba un respiro sobre charlas de guerra, era abrumador. O tal vez estaba en negación. De cualquier forma, desearía que desapareciera.
Te dejé un mensaje en tu celular —me dijo.
Lo siento, me debo haber olvidado de leerlo —dije. En realidad lo había borrado.
Necesitamos hablar.
Estoy algo ocupada.
Para enfatizar mi punto, me volteé y me uní a Cande, quién bailaba disfrutando.
Encuéntrame en dos minutos afuera.
Lo miré.
Estoy ocupada, ¿recuerdas?
Esto no puede esperar.
Arqueando sus cejas, desapareció entre la multitud.
—Él pierde —dijo Cande, cuando vio que Maxi se había ido—, no puede soportar el calor, eso es todo.
—Hablando de ello —dije—, ¿puedo traerte algo de tomar?
Cande no se veía preparada para dejar de bailar, y por más que quería evitar a Maxi, me di cuenta que era mejor lidiar con él de una vez. Si no, lo tendría acosándome toda la noche.
—Coca Cola con limón, nada de alcohol —dijo Cande.
Salí de la pista de baile y luego de asegurarme que Cande no estaba mirando, me escabullí por el pasadizo hacia la puerta trasera. Un Porsche estaba estacionado en frente de mí y Maxi estaba inclinado contra este, con sus brazos cruzados sobre su pecho.
—Lindo auto —dije.
—Ayuda a que se realice el trabajo.
—También lo hace mi Volkswagen, y cuesta mucho menos.
—Necesita mucho más para ser considerado un auto.
Ugh, qué espeso.
—Así que…. —dije, dando palmazos con el pie—¿qué es tan urgente?
—¿Sigues saliendo con ese ángel caído?
Sólo era la tercera vez que preguntaba. Dos veces por mensaje de texto, y ahora cara a cara. Mi relación con Peter había pasado por un montón de subes y bajas, pero actualmente iba hacia arriba. Aunque seguíamos con nuestros dilemas. En un mundo donde los Nefils y los ángeles caídos preferían morir que sonreírse uno al otro, salir con un ángel caído era un NO definitivo.
—Ya sabes, ¿siendo cuidadosos?
—Somos discretos.
Peter y yo no necesitábamos que Maxi nos diga que era mejor no hacer muchas apariciones juntos en público. Los Nefils y ángeles caídos no necesitaban una excusa para mostrarle al otro una lección, y la tensión racial entre los dos se estaba volviendo peor con el paso de los días. Era Octubre y el mes judío de Cheshvan estaba a pocos días. Si nos veían a mí y a Peter sosteniéndonos de la mano, pagaríamos.
—Hablemos sobre tu imagen —dijo Maxi—. Necesitamos generar publicidad positiva sobre tu nombre. Que se genere confianza en ti.
—¿Acaso es que odias cuando las encuestas hablan mal de ti?
Maxi frunció el ceño.
—Esto no es un juego, Lali. Cheshvan empieza en solo sesenta y dos horas, y eso significa guerra. Ángeles caídos a un lado, nosotros en el otro. Todo recae en tus hombros, eres la nueva líder del ejército de los Nefils. El lazo de sangre que juraste ante tu padre está en efecto, y no creo que deba recordarte las consecuencias de romper ese pacto.
Sentí espasmos en el estómago. Realmente no había hecho esa promesa. Gracias a mi padre biológico (ya fallecido), había sido obligada a tomar esa posición. Con la ayuda de una transfusión de sangre, me había obligado en transformarme en una Nefil así podía liderar su ejército. Había hecho un juramento para hacerlo, y había dado efecto luego de su muerte, y si fallaba, mi madre y yo moriríamos. Términos del juramento.
—Por más que piense en muchos planes de ser cautelosos, no podemos borrar tu pasado. Los Nefils están rebuscando información. Hay rumores que estás saliendo con un ángel caído, y que tu lealtad está dividida.
—Estoy saliendo con un ángel caído.
Maxi rodó sus ojos.
—¿Puedes decirlo más alto?
Me encogí de hombros.
Si eso es lo que quieres.
Luego abrí mi boca, pero Maxi estuvo a mi lado en un instante, cubriéndola con su mano.
—Sé que te mata, ¿pero, podrías hacer de mi trabajo un poco más sencillo solo esta vez? —murmuró en mi oído, mirando alrededor por si había alguien.
—Mira, sé que cuando recién nos conocimos, dije que los Nefils tendrían que lidiar conmigo y Peter siendo novios —dije, cuando él bajó su mano—, pero no estaba pensando, estaba enojada. He estado pensando mucho en esto. He hablado con Peter. Estamos siendo cuidadosos, Maxi. Realmente cuidadosos.
—Qué bueno saberlo. Pero aún necesito que hagas algo por mí.
—¿Cómo qué?
—Salir con un Nefil. Sal con Benjamín Amadeo.
Benjamín fue mi primer mejor amigo Nefil, a la edad de cinco. En ese entonces no sabía sobre su verdadero linaje hasta que se volvió mi tormento, luego mi compañero de crimen, y eventualmente mi amigo. No había secretos entre nosotros, y tampoco química romántica.
Me reí.
—Me estás matando, Maxi.
—Será como un espectáculo. Para las apariencias —explicó—. Solo hasta que nuestra raza se calma. Solo has sido Nefil por un día, nadie te conoce. La gente necesita un motivo para gustarles. Salir con un Nefil es un buen paso en esa dirección.
—No puedo salir con Benjamín. A Cande le gusta. Y después de todo lo que había sufrido en el amor, no pensaba hacerla sufrir más.
—No será real —repitió Maxi.
—¿Sabrá eso Cande?
—No exactamente. Tú y Benjamín tendrán que ser convincentes. Si alguien más se entera será desastroso, así que la verdad debe quedar entre nosotros.
Lo quería decir que Benjamín también sería engañado. Coloqué mis manos en mis caderas, tratando de sonar firme.
—Entonces vas a tener que darme a otra persona.
Por supuesto que odiaba la idea de salir con un Nefil para ganar popularidad, pero quería que esto se arregle de una vez. Si Maxi creía que un enamorado Nefil me daría mayor crédito, lo haría. No sería real de todos modos. Obviamente Peter no estaría feliz, pero podría lidiar con él después, ¿verdad?
La boca de Maxi se cerró, formando una línea, y cerró sus ojos brevemente. Buscando paciencia.
—Tiene que ser alguien de la comunidad Nefil —dijo Maxi, finalmente—. Alguien a quién se le pueda admirar y aprobar.
—Bien —dije, impaciente—. Solo dime quién, alguien que no sea Benjamín.
—Yo.
—¿Disculpa? ¿Qué? ¿Tú?
Estaba muy sorprendida como para empezar a reírme.
—¿Por qué no?
—¿En serio quieres que empiece a hacer una lista de razones? Porque te mantendré aquí toda la noche. Debes tener como cinco años humanos más que yo, no tienes sentido del humor….y ah sí, no nos soportamos.
—Es una conexión natural. Soy el primer teniente…
—Porque Hank te dio esa posición.
—Nos conocimos y sentimos una atracción mutua instantánea. Te consolé luego de la muerte de tu padre. Es una historia creíble —sonrió—. Mucha publicidad.
—Si dices la palabra que empieza con P una vez más, voy a….a hacer algo drástico.
Como golpearlo. Y golpearme por considerar este plan.
—Duerme y piénsalo —dijo Maxi.
—Piénsalo. —Conté tres con mis dedos—. De acuerdo, listo. Mala idea. Realmente una mala idea. Mi respuesta es no.
—¿Tienes una mejor idea?
—Sí, pero necesito tiempo para pensar.
—Claro. No hay problema, Lali. —Contó tres con sus dedos—. De acuerdo, se acabò el tiempo. Necesito un nombre a primera hora de la mañana. En caso no esté totalmente claro, tu imagen está por el suelo. La gente está hablando y no de buena forma. Necesitamos que los Nefils crean en ti, que confié en ti, y que puedas terminar el trabajo de tu padre y que nos liberes de los ángeles caídos.
—Ey, bebé, ¿todo bien?
Maxi y yo nos volteamos y vimos a Cande en la puerta, mirándonos con curiosidad y preocupación.
—Ey, todo está bien —dije, fingiendo entusiasmo.
—Nunca regresaste con mi Coca Cola, y me empecé a preocupar —dijo Cande.
Su mirada se posó sobre mí y Maxi, hasta que lo reconoció del bar.
—¿Quién eres? —le preguntó.
—¿Él? —lo corté—. Eh. Bueno, solo es un chico cualquiera….
Maxi dio un paso adelante, con la mano extendida.
—Maxi Recca. Soy un nuevo amigo de Lali. Nos conocemos más temprano cuando Benjamín Amadeo, nuestro amigo en común, nos presentó.
El rostro de Cande se iluminó.
—¿Conoces a Benja?
—Buen amigo mío, de hecho.
—Cualquier amigo de Benja es mi amigo. ¿Así que, qué están haciendo aquí afuera?
—Maxi acaba de comprarse un nuevo auto —dije, abriéndome paso para que vea el Porsche—. No pudo resistir mostrarlo. Pero no mires muy de cerca, ya que la placa no figura. Pobre Maxi, tuvo que recurrir a robar, desde que usó todo su dinero en depilarse el pecho, y Dios, sí que brilla.
—Graciosa —dijo el aludido.
Lamenté esa noche y odié a Maxi más de lo que ya lo hacía. Cande quedó maravillada con él e incluso le propuso que me invite a salir ya que mi novio era un idiota. Sabemos que ella y Peter no se llevan bien hasta ahora. Al final de la noche, cuando estaba demasiado cansada para seguir discutiendo con él sobre el tema del novio Nefil, decidí que era hora de irme a casa. Cande insistió en que quería quedarse y Maxi ofreció llevarla sana y salva a su casa. Y por más que no confiaba del todo en él, lo tuve que hacer esta vez. No sin antes advertirle que si algo le pasaba a mi mejor amiga, estaba en serios problemas.
Mientras caminaba hacia mi auto, la música de la casa aún sonaba como un eco. Inhalé el frío aire de Octubre. El celular empezó a sonar y me sacó de mis pensamientos, era el tono de llamada de Peter.
—¿Cómo estuvo la salida de chicas? —preguntó Peter.
—Si fuera por Cande, nos quedaríamos aquí toda la semana.
Me quité los zapatos y los colgué en mis dedos.
—En todo lo que puedo pensar es en la cama.
—Recuerda que compartimos la misma.
—¿También estás pensando en la cama? —Pero él me había dicho que raramente dormía.
—Estoy pensando en ti en mi cama.
Sentí mariposas en el estómago. Anoche me había quedado por primera vez en su casa, y aunque la atracción y tentación estaba presente, nos la habíamos arreglado para dormir en habitaciones diferentes. No estaba segura hasta donde quería llevar mi relación con él, pero el instinto me decía que Peter lo llevaba en serio.
—Mi madre me está esperando —dije—. Mal tiempo. ¿Podemos encontrarnos mañana? Necesitamos hablar —agregué, recordando mi conversación con Maxi.
—Eso no suena buena.
Hice el sonido de un beso en el celular.
—Te extrañé esta noche.
—La noche no ha terminado. Luego que termine aquí, podría ir a tu casa. Deja la ventana de tu habitación abierta.
—¿En qué andas?
—Vigilancia.
Fruncí el ceño.
—Eso es muy vago.
—Mi objetivo se está moviendo. Debo cortar. Estaré ahí lo más pronto posible.
Y colgó. Seguí caminando por la acera, preguntándome a quién estaba vigilando Peter y por qué hasta que llegué a mi auto. El problema surgió ahí mismo: el carro no encendía.
Maldije para mis adentros hasta que escuché la voz de un hombre detrás de mí.
—¿Necesitas ayuda?
—Parece que sí —dije.
—Puedo ayudarte. Pareces una buena chica. Podríamos tener una linda charla mientras te llevo a casa.
Mantuve mi distancia, tratando de averiguar qué era. El instinto me decía que no era humano. Tampoco Nefil. Y lo gracioso era que tampoco creía que fuera un ángel caído. Se veía indefenso pero al mismo tiempo sospechoso.
—Gracias por la oferta, pero le pediré ayuda a un amigo.
Su sonrisa se esfumó y me cogió de la mano.
—No te vayas —su voz tenía una nota de desesperación—. Necesito hablar con tu novio.
Mi corazón se aceleró y sentí pánico.
—No tengo novio —intenté decir.
—Ponme en contacto con Peter. Me está evadiendo. Dile que si no deja de esconderse, yo…yo, quemaré el Parque de Diversiones si es necesario.
Me alejé de él lo más rápido que pude mientras pensaba en qué andaba metido Peter.

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