domingo, 4 de mayo de 2014

Sin Límites: Ocho II

Nos sentamos en línea cerca de la orilla, observando las olas. Miro a Thiago y sonrío, le mando un abrazo mental para asegurarle que estoy bien.
—De algún modo —le dice Papá a Thiago—. Sólo soy su padre.
—Esto es lo que no entiendo —dice Thiago luego de un minuto—. Toda mi vida, desde que mi tío me contó sobre las Alas Negras, me dijo que escape. Me dijo que no tendría sentir pelear, son muy poderosos, muy fuertes. No puedes matarlos.
—Mamá también decía eso—digo.
—Es verdad —dice Papá—. En una batalla uno a uno con un ángel, no podrás ganar. No sólo es el poder, la rapidez, y la fuerza, sino también la experiencia.
—Entonces, ¿cuál es el punto? —pregunta Thiago—.  Si no podemos pelear contra un Ala Negra y ganar, ¿por qué mi tío intentó enseñarme? ¿Por qué nos estás enseñando a usar la espada de la gloria?
—Los Alas Negras no suelen hacerte daño directamente. Aún son ángeles, después de todo, y para hacerle daño a alguien bueno, va en contra de nuestro diseño. Le causaría un gran dolor. Por eso prefieren usar Minions para infligir daño físico.
—¿Minions? —repito.
—Ángeles de sangre —dice él—. Los Alas Negras hacen su trabajo sucio a través de los Nephils. Y los Triplare son los más poderosos de los Nephils.
—¿Así que en la visión estamos peleando con otros ángeles de sangre? —concluye Thiago.
Papá asiente.  Relaciono lo que me dijo Sam en el cementerio, sobre Juan Cruz.
—Sí —dice Papá, leyendo el pensamiento—. Juan Cruz es muy peligroso. Tal vez el más peligroso y la peor maldad de las Alas Negras. Sin duda. Él toma lo que quiere, y si te ve, si sabe qué eres, te llevará. Ha matado y esclavizado a muchos Triplare.
—¿Hay muchos Triplare? —pregunto con temor.
—No —dice Papá—. Hay pocos como tú. De hecho nunca hay más de siete caminando en la Tierra al mismo tiempo. Y hasta el momento Juan Cruz está en posesión de al menos tres.
—Siete —dice Thiago, casi para sí mismo—. Así que estás tú, yo, Stefano…eso sólo deja uno más.
Siete Triplare. Siete.
Encuentro los ojos de Thiago. Pensamos lo mismo al mismo tiempo.
El Siete es nuestro.
—El bebé de Ángela —digo—. Porque Camilo es el papá.
—Camilo —dice Papá como si el nombre fuera un insulto—. Criaturas asquerosas, cobardes, lo ambivalente. Peor que los ángeles caídos.
***
—Le contaré cuando regresemos a California —le digo a Thiago cuando estamos de regreso en mi casa, sentados en el sofá—. Mientras más rápido lo sepa, mejor.
—De acuerdo. ¿Quieres ir el martes por la noche a tomar el café ya que perderemos el Sábado?
—Por supuesto. —Me muerdo el labio—. Y pensé, que tal vez, si quieres, podríamos empezar a hacer ejercicio por las mañanas. Sé que se supone que deberíamos estar entrenando para usar la espada, pero sería bueno ir a correr o algo así.
—Sí, me gustaría. ¿Todas las mañanas?
—Sí. Digamos que a las 6:30.
Me encojo ante la idea de despertarme temprano, pero creo que será algo bueno.
—De acuerdo —dice con una sonrisa—. Sólo recuerda que fue tu idea.
—Lo haré. Así que cuéntame cómo será tu horario ahora.
—Nada muy excitante. Mi clase más loca será ingeniería estructural.
Inclino mi cabeza hacia él.
—¿Ingeniería Estructural? Eso suena serio. —Entrecierro mis ojos hacia él.
—Estaba pensando en ser arquitecto.
—¿Quieres ser arquitecto? ¿Cuándo sucedió esto?
—Me gusta construir cosas. Me gustaría probar.
—Eso es increíble. Suena perfecto.
—¿Y tú? —pregunta—. ¿Aún quieres estudiar medicina?
—Sí. Llevaré una clase de bioquímica, que estoy segura que explotará mi cabeza.
—¿Qué más? —pregunta.
—Sólo los cursos normales….
—Así que podemos ir a correr en las mañanas y entrenar por las tardes.
—De acuerdo.
—Y no hagas planes para el próximo fin de semana —agrega.
Alzo la mirada hacia él.
—¿Por qué?
La esquina de su boca se curva en una sonrisa.
—Iré a una cita contigo. Antes que las cosas se pongan locas.
Mi corazón late más rápido.
—Cena y una película —le recuerdo.
—Viernes por la noche —dice—. Te recogeré a las siete.
—Siete —repito con un estúpido temblor en mi voz—. Viernes.

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