domingo, 4 de mayo de 2014

Sin Límites: Nueve III

Ángela sigue en la misma posición de cuando la dejé, en la cama de Wan Chen. Se me queda mirando por un minuto después que me materializo.
—Caray —dice—. Tenías razón cuando dijiste que era como la película Star Strek. Es genial.
—Me estoy volviendo mejor en esto —admití.
—¿Cómo tu cita… —empieza a pregunta, luego capta mi expresión—. Oh. No fue bien.
—No, no fue bien —digo, quitándome los zapatos y recostándome en mi cama.
Se encoge de hombros.
—Hombres.
—Hombres.
—Si podemos mandar a un hombre a la luna, ¿por qué no podemos mandarlos a todos? —dice.
Estoy cansada y no puedo evitar reír.
—Por eso es que no me molesto en estar con los hombres —agrega—. No tengo paciencia.
Claro. Ella no lidia con mortales.
—Es Camilo —dice, de pronto.
—¿El padre, quieres decir?
—Sí —dice, luego de un silencio—. Pero tú ya sabías eso.
—Eh, sí.
—Pero también es Camilo en mi visión —continúa—. El hombre en el traje gris. Es Camilo.
—¿Estás segura? —pregunto con asombro.
Asiente entusiasta.
—No puedo creer que no lo haya reconocido antes. Todos estos momentos que lo he visto en mi visión, y no sabía nada de esto.
—Sí, las visiones parecen trucos a veces.
—Perdí mucho tiempo sintiéndome apenada por mí misma —dice—. Pensé, desde que esto sucedió —asiente hacia su pequeño bulto—, que había malogrado todo. Pero no lo he hecho. Se supone que debió pasar esto. Está en el destino.
—¿Entonces, qué se supone que debes hacer?
—Se supone que debo contarle sobre el bebé. El siete es nuestro.
Eso me da mala espina, dado todo lo que sé de Camilo. Simplemente él no es de confiar. Pero Ángela no va a querer escuchar esto ahora mismo. Ella no entra en razón cuando se trata de Camilo.
—De acuerdo, digamos que tienes razón… —empiezo.
—Claro que la tengo —dice.
—Claro que tienes razón —estoy de acuerdo—. ¿Pero, por qué Camilo vendrá? ¿Cómo sabrá que tiene que encontrarse contigo ahí?
—Eso es fácil. Le mandé un correo.
—Pero Ángela....
—Él vendrá, y le contaré —dice firmemente—. ¿No ves lo que esto significa, Mar?
No lo hago.
—Significa —dice, curvando su brazo alrededor de su panza—, que todo va a estar bien.
Dudo mucho todo esto. Pero por una vez, espero que ella esté en lo correcto.

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